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David Jiménez Torres

Lateros

Los lateros son una peculiar manifestación del capitalismo más salvaje, el más pegado a la necesidad humana fundamental de salir adelante. Ponen el producto donde las leyes han dejado desnuda a la demanda.

Son las 3 de la mañana:

  • ¿Qué, la última aquí o en los cervezabeer?
  • En los cervezabeer, que hay que ahorrar

Son los "lateros" paquistaníes, o para algunos, los cervezabeer, la conjunción bilingüe con que anuncian su producto.Tan regulares, tan previsibles, tan fiables como esas campanas de Santa María del Mar a las que sustituyen, cuando la parte del vecindario que las escucha quiere irse a dormir y la que escucha a los cervezabeer quiere empezar la noche. Acoso constante de turistas y expats de temporada, indulgencia ocasional o frecuente de indígenas, dependiendo de los escrúpulos y la situación económica. Con sus chaquetas deslucidas, sus barbas y sus bolsas de plástico verde, batallones que juegan al despiste y pululan por el paseo del Born y por delante del Macba; de una insistencia cíclica extraordinaria, de hierro ante las negativas, el hierro del que no tiene nada que perder o del que encuentra marciano a su interlocutor, quién sabe.

Los lateros son una peculiar manifestación del capitalismo más salvaje, el más pegado a la necesidad humana fundamental de salir adelante. Ponen el producto donde las leyes han dejado desnuda a la demanda. Ellos llegan, se esconden, se reciclan, vuelven, se diversifican; sus redes demuestran la misma resistencia proteica, pícara y amoral de la clase comerciante de todas las épocas de la historia humana. Ellos sí que son canallas y no los progres de café y bombín; herederos multiculturales de Lázaros y Pablos(s), más cercanos a estos que a aquellos (aunque con peor castellano). Cuando llueve, salen inmediatamente a vender umbrellaparaguas que se rompen a los dos días; en cuanto anochece, entran en bares y restaurantes con sus ramos de rosas. En la zona alrededor de la iglesia, otros miembros de la banda catapultan al aire juguetitos brillantes, tentando a padres españoles o extranjeros con la posibilidad de callar al niño durante el resto de la noche; las diminutas estrellas de azul eléctrico surcan el aire, rozan con su halo las paredes de piedra gris. Aún otros miembros de la banda, vestidos de camisa y pantalones de pana, se acercan a mesas al aire libre con la mano extendida. Son expertos en órdagos imperativo-categóricos: ante la primera negativa, los "pordioseros" señalan la vuelta que descansa en el platillo, flagrante evidencia de tu crimen moral. Ante el primer "no", los vendedores de rosas señalan a tu acompañante y constatan: "Pero es tan bella...". "Pché, ¿tú crees?", responden los más cachondos.

Los lateros tienen hasta sus propias leyendas urbanas, las que persiguen a todo grupo étnico que se especialice en un producto, como los restaurantes de comida china o las tiendas del todo a 1 euro. Tras unas cuantas semanas de dudas sobre cómo pueden mantener las latas de cerveza tan frías, en una cena nos explican la horrible realidad: las guardan en las alcantarillas. Hacen agujeros al lado de las rejillas de desagüe de las calles, calculando la profundidad necesaria para que el movimiento de abajo proporcione frío. Un chico que estudió ingeniería nos explica todos los pormenores; a uno le quedan sus dudas pero, ¿quién le discute a un ingeniero procesos de fricción y vibración molecular? Mi novia, americana y economista, o sea, racional, se escandaliza ante este "health hazard" y dice que no les volvemos a comprar. La decisión dura cuatro días. Insisten demasiado bien.

Pero también insisten mal. Uno quiere verles a través de una óptica de magia urbana postmoderna, pero ellos están a lo que están, no a cumplir nuestras fantasías multiculturales. Camino al Raval por la calle de Ferran, los ves apostados en las esquinas. A medida que te acercas dicen a media voz el clásico "cervezabeer". Sigues andando, y murmuran "¿marihuana?". Al pasar por su lado, casi suspiran "coca, coca". Vaya. Al día siguiente, noticia de redadas en el periódico. Pormenores prosaicos.

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