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David Vinuesa

No veo la estatua ni el busto de Koke en el Wanda Metropolitano

La imagen de Koke con calambres tras haberse dejado todo en el duelo en el Camp Nou fue el reflejo de la valentía colchonera.

La imagen de Koke con calambres tras haberse dejado todo en el duelo en el Camp Nou fue el reflejo de la valentía colchonera.
Koke en el Camp Nou. | Cordon Press

Fue un mal resultado para el Atlético de Madrid. El empate a cero frente al Barcelona, independientemente de lo que ocurra en el Real Madrid-Sevilla de esta noche, no se puede considerar jamás un buen resultado. Como mucho, si el Madrid no gana hoy, se puede hablar de resultado suficiente, pero no se puede decir que sea bueno, sobre todo porque en la primera parte el cuadro de Simeone tuvo opciones de ponerse por delante de manera clara. Solo por eso, el resultado final y el punto se quedan cortos.

Antes del partido se le pidió valentía al Atlético de Madrid y el conjunto de Simeone fue consistente en esa idea. Hablo de consistencia porque no valía con ser valientes 45 minutos y luego volver a cometer errores pasados. Los rojiblancos debían buscar los tres puntos como un martillo pilón aunque por momentos Messi y compañía inclinasen la balanza en favor azulgrana. El temor lógico tenía su base en el pensamiento de que cualquier susto local echaría al Atlético en dirección a su habitual cueva de sobreprotección, sin embargo, no fue así. Messi tuvo varias, incluida una en la primera parte que solo San Oblak es capaz de sacar, pero el Atlético dominó antes y después de esa ocasión. En vez de asustarse, se espabiló y no le tembló el pulso. Siguió, como un martillo pilón, buscando el 0-1.

El problema del Atlético fue dejar escapar vivo al Barcelona. Mucho se habló del miedo a perder de Simeone en el Camp Nou y poco de que esa misma sensación la iba a tener Koeman. Si el Atlético perdía, lo máximo que le podía pasar era que el Barcelona le sacase un punto y el Real Madrid, otro. Pero el Barcelona podía quedarse a cinco puntos del Atlético con el golaverage perdido. Había miedos en ambos bandos y solo la falta de acierto de Suárez, Correa, Llorente o Carrasco evitó que el temor catalán se tornase en pesadilla. Además, las lesiones perjudicaron más al Barcelona que a su rival. El KO de Lemar no hizo tambalearse al equipo de Simeone, sin embargo, la salida del campo de Busquets mantuvo mareado a los locales durante veinte minutos largos. El 0-1 no llegó y esa fue la razón de que el descanso sirviese de bálsamo al Barcelona.

Ya en la segunda parte, el territorio preferido del Atlético para echarse para atrás, el guion se mantuvo igual para alejar fantasmas. De hecho, nada más saltar al campo, los madrileños sumaron la primera ocasión para ponerse por delante. El partido estaba dirigido por Simeone y solo Messi era capaz de nivelar las fuerzas a base de latigazos. Carrasco estuvo de sobresaliente hasta que la gasolina le dejó sin velocidad, Hermoso fue un perfecto aliado en pases interiores y tanto Correa como Suárez tocaban al primer toque escoltados por el gran recorrido y desgaste de Koke, Saúl y Marcos Llorente. El Cholo veía que su plan funcionaba, pero faltaba algo más y fue ahí donde entró Joao Félix. Saúl, fuera y dentro el portugués. Cambio ofensivo a más no poder. Si querían valentía ahí la tenían. ¿Cuál fue el problema? Que Joao es de estar sin destacar y aún se espera un día grande en el que el luso le diga a todo el mundo que no solo vale 120 millones sino que vale 200. El plan quedó tocado en ese momento y la victoria empezó a alejarse.

El paso de los minutos mejoró al Barcelona y el Atlético se quedó sin gasolina. Lo segundo ayudó mucho a lo primero, por cierto. Justo ahí emergió aún más la figura de Jorge Resurrección Koke, capitán y bandera del cuadro rojiblanco. Lo comentaba ayer en las redes sociales y lo sigo diciendo hoy. Koke debería tener cinco placas, dos bustos, una estatua y un sector de alguna grada del Wanda Metropolitano con su nombre. Antes de llevar el brazalete se preparó para ello y ahora es un orgullo para el Atlético que lo lleve puesto. El partido que hizo en el Camp Nou fue titánico. Solo le faltó ganar para firmar una noche de Bluray en la videoteca de partidos históricos. Corrió, jugó, colocó, recuperó, equilibró, dirigió... hizo de todo. Y cuando no pudo más y los calambres le tiraron al suelo, le pidió a un rival que le estirase un poco los gemelos porque tenía que seguir corriendo. Ni una mirada al banquillo en plan "no puedo más", porque sabía que como capitán es el primero que debe poder más que los demás. Lo dicho, ya están tardando en ponerle cinco placas a su nombre.

Ahora parte del futuro depende del Real Madrid-Sevilla, pero la afición del Atlético de Madrid debe estar tranquila. Primero Real Sociedad, luego Osasuna y después Valladolid. Si hay algún calambre por el camino, que hagan como Koke, un momento al suelo, estiras y te levantas. A correr. Tres finales para ser tres veces valientes. Simeone demostró en el Camp Nou que los que pueden dar miedo para bien son ellos y es hora de que por fin llegue el golpe sobre la mesa. Uno de verdad. Contundente. Un puñetazo rojiblanco que no sea para asustar sino para reventar definitivamente la mesa de la Liga. Sevilla, mediante, por supuesto.

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