Los últimos movimientos del Gobierno en la dirección de la "posible" ilegalización de ANV y PCTV causan una natural indignación entre todos aquellos que desde hace tiempo venimos reclamando el cumplimiento de la ley. Con todo lo que ha llovido, acusarles de "electoralismo" es casi más bien un elogio.
Y es que todo cambia "inesperadamente" de signo alrededor de ZP. Lo que hoy es criminal, ayer servía para los más altos fines a los que alguien con "ansias infinitas de paz" y de justicia podía aspirar, aunque fuera a costa de multiplicar el número de sus críticos. Pero, ¿qué puede importarle eso a un mártir del diálogo y el talante? Lo único que nunca cambia es su sonrisa.
Se cuenta del mártir Tiburcio que, caminando con los pies desnudos sobre carbones encendidos decía: "Camino sobre rosas en el nombre de Jesucristo". A tenor de recientes entrevistas, nuestro insigne mártir, en plena campaña electoral, ha dejado claro que en relación con el famoso "proceso de paz", en su ensoberbecido buenismo, se ve a sí mismo sin asomo de autocrítica. Ninguneando las justas invectivas que le llueven a causa de sus declaraciones y empeñado en pedirnos que "confiemos en él", mientras luce aún con más ímpetu el brillo de su dentadura, parece como si cual Tiburcio dijera: "estas ascuas por las que camino me parecen rosas en el nombre del diálogo".
Pero es que en la ciénaga excrementicia del diálogo y los "procesos de paz" con los asesinos mafiosos hemos visto cosas que nunca podríamos imaginar. Aparte de las ocultaciones y la sarta de trolas que sobre el supuestamente extinto proceso produce la Moncloa, aquellos que sufrieron y siguen sufriendo el haber sido víctimas de la acción criminal más cruel e injustificada que cabe imaginar añaden a su calvario el acoso de una grey política que apunta maneras de avezado gangsterismo. Semejantes representantes políticos se sitúan así en las antípodas de la entereza y de la dignidad de los mártires verdaderos de la Nación española a los que persiguen.
La ilegalización de ANV y PCTV es más urgente cuanto más tiempo esté sin llevarse a efecto. Está claro que, mientras los responsables directos de que este proceso se realice cuanto antes se lo piensan, cada día, cada hora y cada segundo que pase no hace sino añadir más oprobio a la situación. Ahora bien, seamos realistas: ausente Batasuna en las elecciones generales de 2000 y 2004, ¿es casual su más que forzada presencia –precisamente para ilegalizarla a última hora– en las de 2008? Que los dos brazos políticos de la ETA hayan "aguantado" –¿sin ayuda?– hasta el final el peso de la candidatura no parece gratuito, ni mucho menos; y tampoco les importaría volver a estar ausentes, la verdad. Porque, pensándolo bien, ¿sobre quién caerían los laureles de una oportuna ilegalización al filo de que las urnas hablen?
