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Dennis T. Avery

Mentiras políticas sobre el libre comercio

Cualquier político que se opone al libre comercio está en contra de los intereses de la gente. Alegan estar “protegiendo puestos de trabajo” o a los “pequeños agricultores”, pero sus argumentos en contra del libre comercio son falsos.
 
El Congreso de EEUU promulgó en 1930 la ley Smoot-Hawley, imponiendo aranceles para “proteger” los empleos. Así comenzó una guerra arancelaria mundial que hizo desaparecer prácticamente todos los empleos en este país que dependían de la exportación o importación de materias primas. Esa ley convirtió la caída de la Bolsa en la Gran Depresión, cuando millones de obreros y agricultores desempleados vagaban por las calles de nuestras ciudades. La depresión fue aún peor en Alemania, donde la gente, desesperada, apoyó a Hitler, quien comenzó la Segunda Guerra y, entonces, fue el auge industrial de la guerra lo que les dio trabajo a los norteamericanos desempleados.
 
Supuestamente, aprendimos algo el desastre de Smoot-Hawley. Después de la Segunda Guerra se logró el Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio (GATT) para fomentar el libre comercio internacional. Eso impulsó el intercambio que ha hecho al mundo más próspero, más seguro y más pacífico. El libre comercio había sido prohibido bajo el imperio comunista porque la planificación central no podía obtener y manejar la información.
 
El presidente Clinton sabía que si no se firmaba un Tratado de Libre Comercio para crear más puestos de trabajo en México, los mexicanos se vendrían a trabajar a EEUU. Pero las lecciones políticas son como la comida china, el hambre por votos regresa casi de inmediato. El presidente Bush apenas llegó a la Casa Blanca violó los acuerdos comerciales para imponer un arancel al acero importado, aumentando el costo de la industria nacional que utiliza acero y aumentando el precio a los consumidores de todo aquello que utiliza ese metal. El candidato Kerry promete impedir que se pierdan puestos de trabajo en EEUU, pero no explica cómo. Acaso, ¿no se ha dado cuenta que los empleos actuales en Massachusetts y Carolina del Norte (fabricando computadoras, equipos médicos de alta tecnología y ensamblando los BMW) pagan mejores sueldos que los trabajos perdidos en la industria textil? 
 
Las barreras al intercambio comercial protegen los peores puestos de ayer, en lugar de ayudar a los trabajadores a entrenarse para laborar en las industrias emergentes. En las actuales negociaciones con Australia, el presidente Bush dice que no se puede permitir la importación de azúcar de ese país. Cultivar azúcar cuesta aquí el doble. Las plantaciones de caña de azúcar en Florida y Luisiana contaminan los Everglades y el delta del Mississippi. Ni siquiera los azucareros ganan mucho con los subsidios porque sus costos son altísimos.
 
Al mismo tiempo, EEUU ha perdido decenas de miles de empleos en la industria de dulces y caramelos porque las empresas mudaron sus instalaciones al exterior, donde compran azúcar barato. México se ha beneficiado porque su producción de azúcar de caña es eficiente y puede luego exportar los dulces a EEUU.
 
El secreto es que los bajos costos (y, por lo tanto, precios bajos) crean empleo. Cuando Henry Ford diseñó el Modelo T, puso a los autos al alcance del ciudadano promedio y la industria automotriz se convirtió en una inmensa fuente de trabajo. Las computadoras comenzaron destruyendo puestos de trabajo, pero han creado luego una inmensa variedad de productos y servicios, abriendo nuevas fuentes de empleo aquí, en la India y alrededor del mundo.
 
La productividad y la eficiencia no sólo permiten a la gente disfrutar más la vida, sino que permite invertir en la protección del medio ambiente. Los lugares más peligrosos para las aves y los mamíferos son los países muy pobres, donde mil millones de personas tratan de alimentarse cazando y quemando los campos para luego sembrar.
 
La próxima vez que oiga a un político prometerle que protegerá su empleo, contéstele que él se debe buscar un trabajo verdadero.
 
© AIPE
 
Dennis T. Avery  es director del Centro Mundial de Asuntos Alimentarios y académico del Hudson Institute.
 

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