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Diana Molineaux

Contigo y sin ti

La “última oportunidad para la diplomacia” ha sido más un aviso a Jacques Chirac que a Sadam Husein de que Estados Unidos mantendrá su política ante Irak, con o sin el apoyo de Francia, y una advertencia de que es París quien más tiene que perder si debilita las Naciones Unidas. Puede perder el foro en que proyectar su diplomacia, la única fuerza que aún puede enfrentar ante la gran potencia militar y económica de Washington.

Horas antes de la conferencia de prensa de Aznar, Bush y Blair, el embajador francés en Estados Unidos dijo por televisión que sería ilegal si Washington hace la guerra contra Irak después de que el Consejo de Seguridad rechace la propuesta, pero tendría las manos más o menos libres, en el aspecto legal, si actúa con la resolución 1441, lo que hace sospechar que, después de toda la campaña contra la posición norteamericana, Francia preferiría no quedar en evidencia como la responsable de una marcha en solitario del Pentágono.

Es posible que Saddam nunca reciba el ultimátum que británicos, españoles y norteamericanos quieren, pero a París se lo mandaron ya este domingo desde varios lugares: en las Azores, el “momento de la verdad” es para los aliados atlánticos, y el presidente Bush tan solo se refirió a Francia, no a Rusia ni a otros países opuestos al ultimátum, como el único que “ha enseñado las cartas” mientras que aquí en Washington, tanto el secretario de estado Colin Powell como el vicepresidente Cheney dejaron claro que han perdido la paciencia con Francia y que no hay motivo para escuchar sus recomendaciones de 30 o 60 días.

Todo esto antes de que las declaraciones de Chirac aparecieran en la cadena de televisión CBS, en que parece mostrarse dispuesto, en la hora 25, a un ultimátum dentro de 30 o 60 días, “o cualquier cosa que recomienden los inspectores”, lo que por una parte resonó aquí como una sorprendente abdicación de soberanía en un país que ha liderado la oposición a Washington. Por la otra, como un señuelo para repetir la maniobra de la resolución anterior y ponerse a cavilar y debatir, al término de un nuevo plazo, si hay motivo para considerar que el ultimátum se debe aplicar o no.

Es un plazo del que Bush no dispone, aunque Powell dijera que puede mantener las tropas inactivas por más tiempo. A medida que se alarga la situación, los aliados de Estados Unidos se encuentran en posición mas incómoda. Tal como Turquía rechazó el despliegue norteamericano y como los “indecisos” del Consejo de Seguridad no se atrevieron a pronunciarse por Washington ante la cantidad de variables desconocidas, también podría ocurrir que Jordania niegue a Estados Unidos el derecho de sobrevolar su territorio o que Arabia Saudita se eche atrás en sus promesas.

De momento, el Pentágono ha tenido que renunciar ya a la Cuarta División Mecanizada de Infantería, la mejor preparada y efectiva de todo su arsenal y que pensaba desplegar en Turquía, pero hay un límite en las puertas que se le pueden cerrar y en las alternativas a su estrategia que puede poner en práctica.

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