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Diana Molineaux

El turno de Fidel

Contrariamente a lo que algunos vaticinaban, el presidente Bush no anunció el endurecimiento del embargo contra Cuba, sino que lanzó a Fidel Castro un envite que al amo de la Habana se le puede antojar como un caballo de Troya.

Bush celebró este 20 de mayo recordando, como otros presidentes, la independencia de Cuba que en este año cumplió un siglo. Pero fue mucho más ardiente que sus predecesores al denunciar a Castro como un tirano y su revolución como un fraude y en acercarse al exilio cubano, que lo esperaba con las palmas preparadas para aplaudir cada una de sus palabras. Aunque aseguró que utilizará todos los resortes de la presidencia, incluido el veto, para contener la creciente ola del Congreso favorable a reducir las sanciones, su propuesta se centró más en las ofertas de mejora que en los castigos.

En Miami, el exilio cree ver en las palabras de Bush un prólogo para acciones más duras contra Castro, pero dentro de Cuba sirvieron para divulgar el desafío de Bush: la llave para reducir el embargo y permitir el turismo, lo único que puede hacer florecer la economía de la Isla, está en que Castro respete la constitución y permita auténticas elecciones parlamentarias el año próximo, con el corolario imprescindible de poner la prensa al alcance de la oposición y abrir las cárceles para que salgan los prisioneros condenados por decir que piensan de otra manera.

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