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EDITORIAL

Bombas lapa y perspectivas electorales de ETA

Por mucho que el ministro insista en decirnos que "ETA ha sido derrotada gracias al Estado de Derecho", lo cierto es que, gracias a la burlada Ley de Partidos, a lo que ETA se dispone, a través de sus terminales políticas, es a alcanzar el gobierno vasco.

El ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, ha desvelado este martes que, además de pistolas y siete placas de matrículas falsas, los etarras detenidos este domingo en Francia transportaban un kilo de material para la fabricación de explosivos y varias ampollas de mercurio, así como documentación falsa de ciudadanos españoles, franceses e italianos. Las ampollas de mercurio son uno de los elementos que, junto a los péndulos o las bolas de acero, los terroristas de ETA utilizan para activar las bombas lapas que colocan en los bajos de los vehículos cuando quieren que éstas se activen por el movimiento del propio coche.

A nadie debería sorprender un hallazgo de esta naturaleza si tenemos presente que los detenidos pertenecen a una organización terrorista que no se ha disuelto, que siempre se ha enorgullecido de su historial criminal y que no menos reiterada y claramente ha condicionado su "cese definitivo" de la violencia a la consecución de aquellos objetivos políticos por los que ha venido practicando la lucha armada o convocado treguas en el pasado.

Desgraciadamente, sin embargo, dado que buena parte de nuestras élites políticas y mediáticas han maquillado los nauseabundos y chantajistas comunicados de ETA hasta el extremo de calificarlos de "buena noticia", no faltará quien se sorprenda ahora de que haya terroristas que aún andan por ahí con pistolas y explosivos en la mano y llevando a cabo labores de captación de nuevos militantes.

Tal y como ha afirmado el ministro del Interior francés, Manuel Valls, "no es hora de bajar la guardia" advirtiendo que "hace menos de dos años asesinaron a un gendarme en suelo francés y tienen un importante arsenal de armas que robaron en Francia". Aunque el ministro del Interior español, por su parte, haya sido menos grave en sus comentarios –de hecho ha reiterado que "ETA ha sido derrotada por el Estado de Derecho"– ha querido también subrayar el hecho de que los detenidos portaran explosivos y llevaran a cabo labores de captación, extremo este último que el consejero de Interior vasco, Rodolfo Ares, había bochornosamente negado el pasado lunes.

Con todo, tanto o más importante como no olvidar la naturaleza terrorista de ETA ni los chantajistas términos de sus "comunicados de paz", es entender la lógica de sus estratégicos "altos el fuego", incluido aquel en el que nos ha anunciado que este va a ser el definitivo. Y es que, por mucho que Fernández Díaz insista en decirnos que "ETA ha sido derrotada gracias al Estado de Derecho", lo cierto es que, gracias a la burlada Ley de Partidos, a lo que se dispone ETA, a través de sus terminales políticas, es en realidad a alcanzar el gobierno en el País Vasco, tal y como ha advertido Mayor Oreja ante los micrófonos de esRadio.

Aquellos que consideren excesivamente graves o catastrofistas las advertencias de Mayor Oreja respecto a las próximas elecciones en el País Vasco deberían recordar que la coalición electoral con la que, según el Tribunal Supremo, la organización terrorista ETA pretendía –y, gracias al Constitucional, ha conseguido– burlar la Ley de Partidos, -Bildu- es ya, desde mayo de 2011, la primera fuerza política del País Vasco en número de concejales. ¿Nos hemos de extrañar que la propia ETA se haya jactado públicamente de "haber ganado la batalla de la ilegalización"?

El problema está en que las élites políticas y mediáticas de nuestro país continúen en estado somnoliento o creyéndose sus propias mentiras respecto al fin de ETA, sin ser conscientes tanto del componente chantajista de los comunicados de la banda como del brutal desafío que entrañaría ver a sus testaferros ocupar un gobierno y disponerse, no sólo a ensalzar y dar una salida a los "presos políticos", sino también a consumar su proyecto rupturista que, como tal, no corresponde a ninguna mayoría transitoria en el País Vasco, sino que afecta al conjunto de la soberanía de todos los españoles.

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