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EDITORIAL

Casado-García Egea o la ruina del PP

A diferencia de Ayuso, prefieren pactar con los que pactan con terroristas antes que con el partido de Ortega Lara.

Un día después de las elecciones en Castilla y León, que han constituido un duro revés para el Partido Popular, por más que la dirección nacional pretenda vender el resultado como un éxito de Pablo Casado, la dirección nacional del PP sigue insistiendo en los errores de bulto que ha venido cometiendo desde que Alfonso Fernández Mañueco anunció la disolución de su Gobierno y decretó el adelanto electoral.

En primer lugar, hay que tener presente que las elecciones en Castilla y León se adelantaron no por discrepancias irresolubles en el seno del Gobierno regional de coalición con Ciudadanos, sino porque el equipo de Casado, con el inefable Teodoro García Egea a la cabeza, decidió utilizar esa cita con las urnas en su propio beneficio. El objetivo del secretario general del PP, cuya única función conocida es desactivar a los líderes regionales de mayor éxito de su partido para que no hagan sombra a su jefe, era obtener un triunfo rotundo, cercano a la mayoría absoluta. Un triunfo de esa magnitud demostraría que el efecto Ayuso en las elecciones madrileñas no fue tal, sino que los éxitos del PP se deben fundamentalmente a la impronta de Casado, tan carismático y resuelto él.

Planteada la campaña en clave nacional, los mensajes del PP han ido dirigidos fundamentalmente contra Vox, como si el rival de los populares en Castilla y León no fuera la coalición de fuerzas izquierdistas que amenaza con reproducir en las autonomías el desastre del Gobierno nacional, sino la formación a la que van no pocos votantes populares desencantados con la marcha del partido desde que Mariano Rajoy lo dejó para el arrastre.

Esta suerte de alerta antifascista de baja intensidad decretada por García Egea no ha surtido el efecto previsto sino todo lo contrario: el partido señalado torticeramente como culpable de todos los males de España ha pasado de uno a trece procuradores, convirtiéndose así en el principal triunfador de la noche electoral.

Pero es que ni la constatación de que un acuerdo con Vox resulta inevitable si se quiere forjar una mayoría sólida en Castilla y León es suficiente para que los romos estrategas de Génova den su brazo a torcer. Tan es así que este lunes García Egea volvía a insistir en los micrófonos de esRadio en que Vox tendrá que entregar sus votos al PP gratis et amore, porque de ninguna manera van a permitir la entrada de los de Abascal en el Gobierno regional.

Con una facundia impropia de un político cabal preocupado por el bien común, el secretario general del PP se muestra dispuesto a repetir las elecciones y a generar la posibilidad de que la peor izquierda tome el poder en uno de los bastiones históricos de su partido con tal de no pactar con Vox. García Egea prefiere antes un acuerdo con el PSOE, que pacta con terroristas y separatistas, en palabras del propio Casado durante la pasada campaña electoral, algo que éste tendrá que explicar cuando se sacuda el estupor de la noche electoral y se digne comparecer ante los medios.

Lo ocurrido en Castilla y León es una prueba más de que lo que importa a los actuales dirigentes nacionales del PP no es sumar esfuerzos para derrotar al sanchismo, sino encabezar una única alternativa aplastando a cualquiera que amenace su posición. Prefieren a Sánchez antes que compartir el poder. La pregunta es hasta cuándo permitirán los barones populares esta deriva suicida que amenaza con llevar a la ruina a todo el partido.

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