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EDITORIAL

Cataluña envilecida

Se dan idénticos comportamientos propios del primer nazismo, los poderes públicos se inhiben minusvalorando el problema y la prensa mira hacia otro lado y dedica el mejor de sus silencios a hechos que, en cualquier otra democracia, serían un escándalo

La batasunización de Cataluña, un hecho ya irreversible que venimos denunciando aquí desde hace años, no da tregua y se hace patente incluso fuera de campañas electorales. En un ambiente de impunidad para la izquierda y el nacionalismo, los atropellos y las intimidaciones a los que se apartan del dogma social-nacionalista empiezan a ser el plato de todos los días. Albert Rivera, diputado del Parlamento catalán y candidato por Ciudadanos a las próximas elecciones generales, ha vuelto a ser objeto de la patriótica ira de los hijos del Tripartito, los mismos que, hace sólo unos meses, incrustaron una bala sobre la frente en una fotografía del candidato.

Hoy por hoy disparates de esta ralea solo suceden en dos puntos de la Europa Occidental, y ambos están en España. En el País Vasco este tipo de terrorismo psicológico es moneda corriente con la que los vascos que no comulgan con el nacionalismo se han acostumbrado a vivir. En Cataluña es algo más reciente pero no por ello menos preocupante. Se dan idénticos comportamientos propios del primer nazismo, los poderes públicos se inhiben minusvalorando el problema y, esto es lo determinante, la prensa mira hacia otro lado y dedica el mejor de sus silencios a hechos que, en cualquier otra democracia, serían constitutivos del mayor de los escándalos.

Un proceso de envilecimiento social como este sólo puede curarse atacando al virus que lo ha causado. En el caso de Cataluña y el País Vasco es el nacionalismo, por eso atacan a Rivera, por eso hacen la vida imposible a Sirera. Estos dos jóvenes políticos catalanes dicen lo que sus protoverdugos no quieren oír y desafían al ecosistema nacionalista poniendo el dedo donde más les duele. Ellos son la Cataluña constitucional, la que no olvida el pasado, la que mira al futuro y la que, bajo ningún concepto, está dispuesta a rendirse.

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