La decisión de Carmen Chacón de visitar a nuestros soldados en Afganistán, nada más ser nombrada ministra de Defensa y a pesar del avanzado estado de su embarazo, así como la restricción del acceso a webs deportivas y de ocio al personal civil y militar del ministerio, son dos acertadas decisiones que se les debe reconocer a la ministra, por muy insuficientes que sean para despejar nuestras dudas respecto a la idoneidad de su nombramiento.
A este respecto, no podemos compartir la queja de la Asociación Unificada de Militares Españoles, cuyo secretario general ha querido presentar la restricción al uso de internet como una especie de "filtro paternal" o "censura injustificada" que trata a los militares "como si fueran menores de edad".
Además de que este tipo de medidas son normales y se aplican en algunas empresas privadas y públicas, la restricción de acceso es una forma de evitar la saturación que se ha registrado en varios departamentos del Ministerio por las frecuentes visitas del personal a webs como las de Interviú, As o Marca en horario laboral. Lo único exigible es que medidas como ésta se hagan extensibles a todos los ministerios, pues los militares no son precisamente los únicos funcionarios con pulsiones para hacer un uso indebido de la red de redes en horario laboral.
Más nos valdría que nuestros militares, en lugar de por internet, navegaran por donde se les necesita, como las aguas del Índico, a donde el Gobierno se comprometió a enviar una fragata para disuadir a la piratería, o hacia aguas del Estrecho para atajar la inmigración ilegal o respaldar con su presencia nuestra cuestionada soberanía de Ceuta y Melilla. A la vista está, sin embargo, que estas visitas y navegaciones –estas sí necesarias– son para este Gobierno peores que las que los militares van a dejar de hacer por internet.
