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EDITORIAL

Chaves pierde el juicio

Todos los que, dentro de España, hablan catalán, gallego o vascuence hablan también –y en muchos casos mejor– la lengua castellana que nos es común a todos

Aprender idiomas es uno de los medios de promoción profesional más efectivos. Dedicar tiempo, dinero y esfuerzo a aprender inglés, alemán o ruso suele venir acompañado de mejoras en el plano laboral. Es por ello que cada vez más españoles se deciden, con desigual fortuna, a aprender lenguas. Pero la relación directamente proporcional entre aprendizaje de idiomas y éxito profesional acaba aquí. Para los que no aspiren a trabajar en el extranjero o para compañías multinacionales, o para los que pretendan desarrollar su carrera profesional en el ámbito hispanoparlante nuestra lengua –bien hablada y bien escrita– es un vehículo suficientemente poderoso para mejorar las condiciones en todos los niveles laborales. Es algo tan obvio que no requiere mucha más explicación.

Lo obvio, sin embargo, no se lleva del todo bien con el reino del desvarío que acaudilla Manuel Chaves en su feudo andaluz. No contento con asegurar que en apenas unos años Andalucía llegará cómodamente al pleno empleo, propone ahora el aprendizaje de idiomas para facilitar la movilidad de los parados andaluces. Pero no del inglés o el alemán sino del catalán, el gallego y el vascuence. Estas tres lenguas, oficiales en algunas comunidades autónomas, forman parte irrenunciable del acervo cultural de toda España pero no son, ni de lejos, las más apropiadas para ampliar los horizontes laborales de los parados, ya sean de Andalucía, de Asturias o de La Rioja.

Y todo por una razón muy sencilla que Chaves, embebido en su propia idiocia, parece querer ignorar: todos los que, dentro de España, hablan catalán, gallego o vascuence hablan también –y en muchos casos mejor– la lengua castellana que nos es común a todos, que, por ende, es oficial en toda la nación y que, conforme a la Constitución, todos los españoles tienen el derecho y el deber de conocer. Si un andaluz emigra a otra parte de España donde el castellano conviva con otra lengua, de lo primero que debería preocuparse es de que se garantice su derecho a usar el idioma común. Más tarde, y sólo si este derecho es respetado, puede ponerse a aprender la lengua del lugar. Eso sí, por mucho que Chaves se empeñe, ni una cosa ni la otra le proporcionarán un empleo.

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