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EDITORIAL

CIS: Una manipulación que puede hacerse realidad

Puesto que una encuesta predica de una población lo que no es otra cosa que la extrapolación de los datos extraídos a partir de una pequeña muestra, hay dos exigencias básicas y elementales que, al menos, se le puede y debe exigir a todo sondeo: La primera hace referencia a la muestra misma, y pasa por exigirle que sea representativa en aquellas características que ya son conocidas de la población y que no forman parte de la investigación sociológica. La segunda hace referencia a las preguntas que se hace a los encuestados y que exige que estén formuladas de tal forma que no introduzcan un sesgo distorsionador sobre el conocimiento o la valoración del encuestado que pretendemos conocer.
 
Pues bien. La encuesta hecha pública este jueves por el CIS, según la cual, el PSOE aventajaba en 10,4 puntos al PP un mes después de la celebración de las elecciones generales del 14 de marzo, incumple sensiblemente ambas premisas.
 
El CIS estima que el PSOE habría sido votado a finales de abril por el 45,8% de los electores, mientras que el PP obtendría el 35,4%; IU, el 4,9%, CiU el 2,7% y ERC el 2,3%. A la pregunta directa de ”Suponiendo que mañana se celebrasen elecciones generales, es decir, al Parlamento español, ¿a qué partido votaría Ud.?", el 44 % de los electores ha respondido que al PSOE, mientras un 20,4 lo ha hecho por el PP. Y es que el CIS se lo ha preguntado a una muestra compuesta por un 43,8 por ciento de encuestados que en las pasadas elecciones reconocen haber votado al PSOE y un 21, 4 por ciento al PP, cuando en realidad el PSOE recibió sólo un 42,6 por ciento y el PP un 37,6.
 
Evidentemente la cocina del CIS ha recortado esos 20 puntos de diferencia en voto directo a favor del PSOE dejándolo en “sólo” 10,4 puntos de diferencia en estimación de voto. Pero no nos engañemos. El reducir la manipulación para que no sea descarada no da fiabilidad alguna. El CIS ha guisado los datos de una muestra que nunca debió ser aceptada en la cocina. Y no sólo por este hecho, sino por otros datos que la invalidan como muestra de esa población que pretende representar. Valgan como ejemplos añadidos que el 81% de los encuestados no conoce el nombre del ministro del interior o que el 52 por ciento de los encuestados no tiene estudios o exclusivamente de primaria.
 
Otro dato significativo de la encuesta, como decíamos, es la formulación de las preguntas. Es innegable que el control de los medios de comunicación y la efectividad de la propaganda del PSOE ha logrado aumentar la popularidad de Zapatero, la cual se une al aumento de estima que todo sondeo post-electoral da al partido y candidato ganador. Eso no es imputable al CIS. Pero sí lo es utilizar la imagen innegablemente positiva de Zapatero para una gran parte de los españoles para preguntar a los encuestados si están “a favor de la propuesta que José Luis Rodríguez Zapatero hizo en su debate de investidura de una reforma limitada de la Constitución, en torno al papel del Senado y la sucesión a la Corona”. ¿Por qué no preguntar directa y simplemente a los encuestados si son o no partidarios de modificar la Constitución?
 
En fin. Aunque hemos centrado nuestro editorial en cuestionar la validez técnica de algunos rasgos de este sondeo llevado a cabo en abril, nada más lejos de nuestra intención que dar esperanzas infundadas al PP. Los dirigentes de este partido, con Rajoy a la cabeza, deben rebelarse y contrarrestar incansablemente —sin complejos de caer en la crispación y sin buscar ilusos acomodos— el discurso dominante y manipulador cuyos efectos este sondeo ya refleja, por ahora exageradamente, pero que bien podrían hacerse realidad en las nuevas elecciones que están a la vuelta de la esquina.

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