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EDITORIAL

Como en tiempos de Solbes

Frente al paro y la necesidad de reformas liberalizadoras, tenemos una especie de consenso a favor del statu quo, que sólo parece dispuesto a movilizarse en defensa de lo que ha originado y prolonga la crisis

Un día después de que Zapatero se presentara ante el Consejo del Partido de los Socialistas Europeos como paladín en la lucha contra el paro y reclamara a la UE un inconcreto "Pacto por el Empleo" que complemente al actual e ignorado Pacto de Estabilidad y Crecimiento, se ha hecho público que el número de desempleados en España ya roza los tres millones. Concretamente, el paro ha subido en noviembre en 171.243 personas, lo que supone el mayor incremento en este mes en toda la serie histórica comparable, y eleva el total de desempleados a 2.989.269, la mayor cifra desde febrero de 1996, cuando era ministro de Economía el mismo que tenemos ahora.

Así las cosas, bien está que Felipe González haya reconocido en ese foro de socialistas europeos el tiempo que en España "se ha mirado para otra parte" y "se ha ignorado" la crisis que nos venía encima. Sin embargo, ni González está tampoco para dar lecciones sobre la lucha contra el paro, ni sus declaraciones reconocen el hecho de que en España sí que hubo quienes advirtieran de lo que se nos venía encima, sólo que fueron –fuimos– descalificados desde el Gobierno y el Partido Socialista como "catastrofistas", "alarmistas" y "antipatriotas".

Lo grave es que, una vez que la evidencia ya no se puede negar, el Ejecutivo de Zapatero sigue sin hacer nada que no sea echar mano al sufrido contribuyente, presente y futuro. Ni está acometiendo una radical y drástica reducción del gasto público, que bien podría incluir una congelación salarial de los funcionarios y la supresión total de algunos ministerios, ni una reducción no menos drástica de los impuestos, ni tampoco una liberalización de los mercados –especialmente el laboral y el energético– que ayude a la economía a reajustarse y recuperarse lo antes posible.

En lugar de ello, tenemos una especie de consenso a favor del statu quo, que sólo parece dispuesto a movilizarse en defensa de lo que ha originado y prolonga la crisis. Al margen del nulo propósito de enmienda respecto al intervencionismo público que impulsó la artificial expansión del crédito, origen de la situación actual, se detecta una no menos nula disposición a acometer las reformas estructurales que ayuden a pasar la purga lo antes posible. Tal es el caso de las reacciones, no sólo del Gobierno, sino también de los sindicatos al conocerse el último y trágico dato sobre el desempleo. Si desde UGT, Cándido Méndez ha puesto en duda la necesidad de muchos Expedientes de Regulación de Empleo, desde Comisiones Obreras, José María Fidalgo ha anunciado movilizaciones pero sólo si se cuestionara la rigidez laboral que agrava el desempleo y disuade la contratación.

Así las cosas, no es de extrañar que, junto a este nocivo acuerdo en defensa del statu quo, el otro gran consenso sea el que Solbes ha señalado al conocerse los datos del paro: "Todos estamos de acuerdo que 2009 va a ser peor que 2008".

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