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EDITORIAL

Condonar a Otegi, no condenar a ETA

El PSOE sigue sin romper con quienes, diez años después, aun no condenan la violencia de la organización terrorista nacionalista y socialista ETA.

Si bochornosa fue la blanqueadora bienvenida que el PSOE dispensó hace unos días a unas declaraciones de Arnaldo Otegi en las que el terrorista recurrió a manidos eufemismos para no condenar los crímenes de ETA, no menos lamentables son las manifestaciones de no pocos políticos que se refieren al décimo aniversario del cese de la "actividad armada" de la banda como si de una "derrota" de la misma "a cambio de nada" se tratara.

Como si las masivas excarcelaciones de etarras llevadas a cabo tras la derogación de la Doctrina Parot –exigida por la banda en las negociaciones con el Ejecutivo de Zapatero– no hubiesen sido nada. O la persistente omisión del deber de detener o extraditar a terroristas perfectamente localizados como Josu Ternera o Iñaki de Juana Chaos. O la escandalosa falta de iniciativas para resolver los más de 370 crímenes de ETA que siguen sin esclarecerse judicialmente. O dejar en papel mojado la supuestamente vigente Ley de Partidos, gracias a lo cual la banda terrorista pudo celebrar hace precisamente diez años, en un comunicado, los resultados electorales de Bildu con un elocuente "Euskal Herria ha ganado la batalla de la ilegalización".

Por esa prevaricadora derogación de facto de la Ley de Partidos, el brazo político de ETA no sólo tiene una decisiva presencia institucional en el País Vasco, Navarra y las Cortes Generales, sino que es compañero de viaje del propio Gobierno de la Nación.

Y es que, aun siendo repugnante, lo más grave no es que Bildu en general y Otegi en particular sigan recurriendo a circunloquios para no condenar los crímenes de ETA, y sin prestar la menor colaboración para esclarecerlos o para detener a los autores prófugos. Lo peor es la deriva del PSOE, que, bien por un proyecto compartido de demolición de la Nación, bien por puro y nihilista afán de mantenerse como sea en el poder, bien por una combinación de ambas cosas, acepta tener como compañeros de viaje y aliados a quienes no condenan, como brazo político de ETA que siguen siendo, ni uno solo de sus asesinatos, incluidos los de no pocos socialistas.

Así las cosas, no es de extrañar que Otegi diga claramente no sólo que ayudará a este Gobierno a acabar la legislatura, sino que desea que gane las próximas elecciones y que termine de excarcelar a los terroristas que siguen en prisión.

Naturalmente, sólo alguien con las escasas luces que ha demostrado tener en esto Pablo Casado puede pretender que Sánchez vaya a confesar públicamente su disposición a promover cambios legislativos en beneficio de los presos etarras a cambio del apoyo de Bildu a los Presupuestos. Aun así, el hecho indiscutible es que el PSOE no ha roto las negociaciones con Bildu tras las declaraciones de Otegi sobre el intercambio de votos por presos. Ya podrá, pues, Sánchez negar con "un no rotundo" el infame chalaneo, que el único no rotundo y verificable es el que contesta a la pregunta de si el PSOE va a romper con quienes, diez años después, siguen sin condenar la violencia de la organización terrorista nacionalista y socialista ETA.

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