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EDITORIAL

Crisis institucional: el indigno Sánchez no puede salirse con la suya

El líder socialista es lo que parece: un ególatra sin principios ni vergüenza que quiere fagocitar a sus aliados y someter a sus rivales/enemigos.

Ya es oficial: el próximo 10 de noviembre se celebrarán unas nuevas elecciones generales, las cuartas en cuatro años, las segundas en este 2019. Y todo por culpa del líder del PSOE, Pedro Sánchez, uno de los peores políticos que haya padecido España desde la instauración de la democracia.

El comportamiento de Sánchez desde el pasado mes de abril es de todo punto intolerable. Aunque en el 28-A obtuvo un resultado muy discreto –nadie ha sido presidente del Gobierno con menos escaños–, ha actuado como si hubiera obtenido un triunfo arrollador por el que tuviera derecho a ser elegido presidente por aclamación. Así que no sólo no ha negociado nada, sino que poco menos que ha exigido obediencia y sumisión tanto a sus teóricos aliados como a sus rivales, a los que en campaña demonizó a modo y trató más bien como a enemigos. No sólo eso: ha hecho un daño tremendo a las instituciones, saboteándolas o poniéndolas directa e intolerablemente a su servicio. Y para qué hablar del uso obsceno que ha hecho de RTVE, a la que sigue hundiendo en el descrédito la biempagada comisaria socialista Rosa María Mateo.

Sánchez, el del "No es no" a Mariano Rajoy, al que desalojó del poder gracias a los golpistas catalanes y a los proetarras, ha dicho que no tanto a los comunistas de Podemos como a los centristas de Ciudadanos. Sánchez, el de los 123 escaños, 53 menos de los necesarios para disponer de mayoría absoluta en el Congreso de los Diputados, no ha ofrecido nada a nadie y ya tiene lo que quería: una repetición electoral de la que espera salir reforzado para estar en aún mejor posición para imponer sus dictados.

El líder socialista es lo que parece: un ególatra sin principios ni vergüenza que quiere fagocitar a sus aliados y someter a sus rivales/enemigos. El inaudito doctor Sánchez ha demostrado una y otra vez no ser de fiar para nadie, algo que supieron antes que en ningún otro sitio en su propio partido, de ahí que en su día lo defenestraran y que, antes de convertirse en un sonrojante panfleto sanchista, El País clamara, en un antológico editorial titulado "Salvar al PSOE":

Sánchez ha resultado no ser un dirigente cabal, sino un insensato sin escrúpulos que no duda en destruir el partido que con tanto desacierto ha dirigido antes que reconocer su enorme fracaso.

Ahora de lo que se trata es de salvar a España, una España con una formidable crisis económica en ciernes y unos golpistas con mando en plaza en uno de sus territorios más importantes, Cataluña. Salvar a España, por supuesto, del nefasto Sánchez, insensato sin escrúpulos que no duda en destruir la nación que con tanto desacierto ha dirigido antes que reconocer su fracaso. Ojalá los españoles hablen así de "claro" en las elecciones de noviembre.

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