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EDITORIAL

Curbelo y la mujer del César

Como Pompeya, la mujer del César, el Partido Socialista debería empezar cuanto antes a parecer decente solicitando la dimisión inmediata de Curbelo de todos sus cargos, especialmente del de jefe del PSOE gomero.

Relata Plutarco que Julio César se vio obligado en cierta ocasión a reprobar el comportamiento de su esposa Pompeya tras un pequeño escándalo que estalló en la Roma de la época que la salpicó indirectamente. "No basta que la mujer del César sea honesta; también tiene que parecerlo", cuenta el historiador que le transmitió por carta para que no volviese a caer en el mismo error. En el caso del senador socialista Casimiro Curbelo –protagonista, según se desprende del atestado policial, de un chusco episodio nocturno la semana pasada en una comisaría de Madrid–, concurren similares ingredientes aunque esta vez con el PSOE personificando el papel de Pompeya.

Al parecer, durante la madrugada del viernes Curbelo acudió en compañía de su hijo y un amigo de éste a un club de alterne de la capital. La noche, de alto contenido etílico para los tres, terminó en la comisaría de policía de Azca tras una refriega con los agentes, a los que presuntamente el político agredió de palabra y obra mientras alardeaba de su condición de senador. La versión de la policía que refleja el atestado es verosímil y sólo falta que sea verificada por el material de vídeo que las cámaras de la comisaría grabaron la noche de autos. No así la que ofrece el senador, que ha culpado a los policías de ser víctima de un abuso policial ya que los agentes estaban a las órdenes del Partido Popular, responsable, según él, de haber montado el escándalo para perjudicarle políticamente.

Curbelo es algo más que un simple senador, es todo un jerarca del socialismo canario y el político más poderoso e influyente de La Gomera. Compatibiliza este cargo con el de presidente del Cabildo insular y con el de secretario general de los socialistas gomeros. Ha sido, además, hasta no hace mucho tiempo, diputado en el parlamento autonómico y fue alcalde de San Sebastián de La Gomera durante dos legislaturas. Visto así, el suceso de Azca deja de ser un incidente sin importancia y se convierte en una cuestión de honor para el PSOE y en un asunto de máxima relevancia política dentro de la política canaria.

Como Pompeya, la mujer del César, el Partido Socialista debería empezar cuanto antes a parecer decente solicitando la dimisión inmediata de Curbelo de todos sus cargos, especialmente del de jefe del PSOE gomero. Además de eso, no debería incorporar su candidatura a las listas del Senado en las próximas elecciones. El senador, por su parte, no haría mal en renunciar al acta y en abandonar la presidencia del Cabildo. Ambos cargos son incompatibles con el comportamiento despótico y chulesco que la Policía le imputa porque en política, a fin de cuentas, no basta con ser honesto, también hay que parecerlo.

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