Menú
EDITORIAL

Defender las ideas, la única alternativa

Librar la batalla de las ideas es la única forma que tiene la derecha de ganar, porque ganar no significa sólo tener a personas nominalmente de derechas en el poder, sino que se gobierne de acuerdo a los principios de liberales y conservadores.

A muchos se les atragantó el desayuno con la noticia de que la ponencia política del PP incluiría un acercamiento a los partidos nacionalistas, lo que implicaría necesariamente una renuncia del único partido nacional de peso que queda en España a la posición de firmeza en la defensa de la unidad de la nación. La reacción del partido a esta noticia, realizada con el insólito formato de "carta abierta", no resulta suficientemente clara como para tranquilizar las dudas que pudiéramos tener. No sabemos a estas horas si el PP comenzará a hablar con los nacionalistas de CiU y PNV, cada vez más echados al monte, ni de qué lo harán ni a qué acuerdos esperarían llegar. Porque no existe a día de hoy punto de encuentro alguno –salvo quizá en materia de política económica– al que los populares puedan llegar con los nacionalistas sin renunciar a sus principios.

Este movimiento, de producirse, supondría un éxito rotundo de las tesis de Arriola y Gallardón, para quienes el PP debe dejar de ser el PP para poder ganar las elecciones. Esta idea parte del supuesto de que los votos que ya han conseguido los populares están poco menos que garantizados, de modo que para ganar las elecciones necesitaría virar a la izquierda. La estrategia presupone que los votantes tradicionales, la derecha social, no abandonarían asqueados a la derecha política. Lo cual es mucho confiar, habida cuenta de que las primeras elecciones que nos esperan son las europeas, tan propicias para el voto de castigo, y que si las coordenadas básicas de todo programa político de una derecha moderna son España y libertad, muchos se decidirían por UPyD, que al menos tiene el primer punto bien claro.

La alternativa sería que los dirigentes del PP creyeran de verdad en las ideas a las que son fieles sus bases y las defendieran con claridad y buenos argumentos. Cierto es que resulta difícil en un panorama mediático desolador, en el que todas las televisiones nacionales son hostiles a los valores y creencias de la derecha, aún más en la ficción que en los telediarios. Pero si pese a ello el PP ha obtenido unos resultados tan notables, quizá sea porque son unas ideas muy valiosas, mucho más que las de la izquierda, y defenderlas no resulte tan difícil si se tienen las cosas claras y se afronta la tarea con decisión y talento.

Está claro que es esto último lo que pidió Esperanza Aguirre en su ya famoso discurso del "no me resigno". Y es evidente que a largo plazo es la única manera que tiene la derecha de ganar, porque ganar no significa sólo tener a unas personas nominalmente de derechas en el poder, sino que se gobierne de acuerdo a los principios y convicciones de liberales y conservadores.

Puede que librar esa batalla de las ideas sea mucho pedir a tantos y tantos políticos profesionales de Génova y aledaños a quienes les importa más su futuro personal que el triunfo de la derecha en España. Pero quien no esté dispuesto a dar la batalla no merece ganarse la vida a costa de votantes y militantes que lo han puesto ahí para defender sus ideas y llevarlas a la práctica.

En España

    0
    comentarios