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EDITORIAL

Diplomacia inactiva, no callada

A esto se ha visto reducida España, la novena potencia económica del mundo, merced a la política exterior socialista; a contentarnos con las migajas que otros países tengan a bien echarnos.

Si para su presidente la nación es un concepto discutido y discutible, es natural que el Gobierno de España incumpla repetidamente su obligación de defender los intereses de la Nación española fuera de nuestras fronteras. Si además de esa deficiente posición de principio le sumamos el hecho de que Miguel Ángel Moratinos esté ocupando el cargo de ministro y Bernardino León el de secretario de Estado de Asuntos Exteriores, el único resultado posible es la más completa inoperancia de nuestra diplomacia.

Pocas veces ha quedado más clara esta circunstancia que durante las tensiones provocadas por la irritación del hijo de Hassan II por la visita de los Reyes a Ceuta y Melilla. El indudable éxito cosechado por nuestros monarcas en unas ciudades que demostraron ser más españolas que ninguna, quizá porque conocen de cerca lo que supone en términos de libertad y prosperidad no serlo, no puede ocultar la torpeza e inactividad del Gobierno con respecto a la reacción de Marruecos.

El vergonzoso abandono de la posición favorable al referéndum de autodeterminación del Sáhara Occidental, nuestra ex colonia, que contó con el apoyo de gobiernos de izquierdas y derechas después de que dejáramos a sus habitantes al pie de los caballos, debería haber supuesto, al menos, algunas contrapartidas. Ya que se nos ha hecho tragar el deshonor, deberíamos haber dejado de tener guerra, es decir, Marruecos debería haber abandonado –al menos hasta que la anexión sea un hecho– sus pretensiones sobre Ceuta, Melilla y las Canarias. Pero ni para eso ha servido la bajada de pantalones de Moratinos y el Gobierno Zapatero.

Casi simultáneamente, en el Chad detuvieron a los miembros de una ONG francesa, el Arca de Zoé, supuestamente dedicada a la adopción de niños africanos pero que fue sorprendida llevándose a niños con familia tras convencer a sus padres que estarían mejor viviendo en Francia. Junto a ellos también fueron detenidos los miembros de la tripulación del avión que iba a emplearse para trasladar a los niños.

Desde muy pronto se empezó a ver que lo más probable era que los franceses fueran culpables y los españoles inocentes, pues su relación con la ONG se limitaba a hacer el transporte, sin que tuvieran conocimiento ni participación en los tejemanejes de la organización francesa. Sin embargo, la diplomacia española se limitó a mirar al tendido, con Bernardino León asegurando que era "difícil" hacer algo, hasta que Sarkozy entró en escena para devolver a España a las cuatro azafatas y a Francia a los tres periodistas detenidos, poco después de que las auxiliares de vuelo protestaran por la falta de atención de las autoridades españolas. Es difícil que se borre del recuerdo la humillación de aparecer como un protectorado diplomático francés, pero a eso se ha visto reducida España, la novena potencia económica del mundo, merced a la política exterior socialista; a contentarnos con las migajas que otros países tengan a bien echarnos.

La última de Zapatero y Moratinos ha sido aguantar sin una sola queja los insultos de Chávez contra los empresarios españoles. Como con Marruecos, se han limitado a pedir "respeto" para un "Gobierno amigo". Será amigo de los socialistas, que no de España ni del pueblo venezolano al que tiene sometido; ya se sabe que el PSOE tiende a confundir sus intereses de partido con los del país que malgobierna. Pero al gorila rojo no logrará calmarlo Moratinos con un poco de dinero, como ha hecho en el Chad para poder sacar a los tres tripulantes que aún seguían presos. Claro que seguramente tampoco tenga intención de lograr que Chávez rectifique; los insultados, después de todo, son de derechas. Es decir, no son ciudadanos, según la visión zapateril del mundo.

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