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EDITORIAL

El mundo al revés de López Garrido

López Garrido muestra hasta qué delirante extremo llega este Gobierno con tal de poner una cortina de humo que oculte su condescendencia hacia quienes de verdad atentan contra la Corona, precisamente por lo que ésta constitucionalmente representa

Si la bochornosa pusilanimidad de los socialistas ante los actos de ultraje a la figura del Rey ha llegado al extremo de negarse a condenarlos –tal y como recientemente hicieron junto a sus socios nacionalistas en el parlamento catalán–, ahora resulta que el PSOE sí detecta una preocupante "campaña contra la Corona"; sólo que, según López Garrido, sus autores no son unos exaltados y envalentonados nacionalistas, sino "algunas personas del PP que han afirmado que no les importaría vivir en una República" y, en especial, algunos "medios de comunicación afines, a los que el PP debería exigir que cesaran en esa campaña".

Es de destacar el desprecio a la libertad de expresión que López Garrido delata al pensar que el PP puede "exigir" algo a los medios de comunicación, por muy afines que estos sean. Quizá hayan sido las inveteradas costumbres de la izquierda y sus prácticas habituales las que le han dictado esa sentencia. Algunos grupos mediáticos deberían, sin duda, sentirse molestos ante esta confesión de parte, si es que la guerra del fútbol les deja tiempo y energías.

Por otro lado, atribuir a la derecha política y mediática pulsiones republicanas, que constituyen nada menos que una "campaña contra la Corona", muestra hasta qué delirante extremo llega este Gobierno con tal de poner una cortina de humo que oculte su condescendencia hacia quienes de verdad atentan contra la Corona, precisamente por lo que ésta constitucionalmente representa. Es también un claro ejemplo de cómo este Gobierno lleva esa máxima leninista de que "la mentira es un arma revolucionaria" hasta el extremo de describir una realidad diametralmente opuesta a la que es. En este sentido, también sería una buena muestra de lo que en psicología llaman "proyección", si no fuera porque lo de López Garrido no es un tara, sino una insuperable desfachatez.

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