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EDITORIAL

El peor enemigo del PP

El peor enemigo del Partido Popular es el Partido Popular. Ha sido el PP el que ha traicionado sin descanso ni desmayo las ideas y valores del PP. Y a sus votantes.

El peor enemigo del Partido Popular no es el Partido Socialista, que aún purga los pecados del zapaterato y cuyas personalidades más destacadas andan enfangadas en una sorda –a veces no tanto– guerra intestina por el liderazgo; y que además está desangrándose por su costado izquierdo, en beneficio de Podemos.

Tampoco lo es esta formación de nuevo cuño pero de ideas más que viejas, rancias. Iglesias, Errejón, Monedero y el resto de la nada ejemplar tropa suscita un merecido rechazo entre la gran mayoría de los votantes del PP, que lo último que quieren es una España regida por admiradores confesos de sanguinarios tiranos liberticidas como Hugo Chávez Frías, una de las mayores calamidades que ha padecido Hispanoamérica en las últimas décadas.

Y, por supuesto, tampoco lo es Ciudadanos, el partido comandado por el estimulante Albert Rivera, que tan bien ha conectado con muy amplias capas del electorado, a izquierda y derecha. Rivera y sus compañeros han llegado para proclamar que se pueden hacer mejor las cosas sin necesidad de dinamitar el Estado de Derecho y la convivencia. Es la suya una muy bienvenida apuesta por el cambio sensato y tranquilo.

El peor enemigo del Partido Popular es, sin lugar a dudas, el Partido Popular. Ha sido el PP el que ha traicionado sin descanso ni desmayo las ideas y valores del PP. Quien ha maltratado de hecho y de palabra a sus votantes, a los que no deja de atemorizar aventado muy fundados temores al advenimiento de una izquierda especialmente siniestra que medra, en no poca medida, por las referidas traiciones, que han llevado a los populares a apadrinar políticas demenciales y, paradójicamente, muy del gusto de la izquierda, como las salvajes subidas de impuestos de Montoro, que incluso ha llegado a ufanarse de haber adelantado a la izquierda por la izquierda. Para qué hablar de lo relacionado con la política antiterrorista, o del chalaneo con la secesionista Administración regional catalana, cuestiones fundamentales para el electorado liberal-conservador.

No hay que ser ningún genio para llegar a la conclusión aquí expuesta: el PP es el peor enemigo del PP. De hecho, debe de saberlo hasta Pedro Arriola, y puede que incluso su mujer, la inefable Celia Villalobos. ¿Qué van a hacer Rajoy y sus secuaces? ¿Seguir como si no lo supieran? ¿Suicidarse a base de denigrar al partido que está recogiendo las ideas y votos que ellos han desechado? Ciertamente, semejante empecinamiento en el error cobarde no por patético iba a resultar sorpresivo: por desgracia, han conseguido acostumbrarnos a esperar lo peor de ellos.

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