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EDITORIAL

El PSOE quiere nuevamente tomar la calle

Zapatero utilizó esta estrategia en las algaradas callejeras organizadas para acabar con el último gobierno de Aznar y todo parece indicar que su partido ha decidido continuar por esa senda antidemocrática a poco que comience a gobernar Mariano Rajoy.

El socialismo es, desde su fundación, una doctrina ideológica refractaria a los usos democráticos. Para los socialistas la democracia sólo es legítima si gobiernan ellos, mientras que cuando lo hacen sus rivales políticos toda violencia extraparlamentaria para arrojarlos del poder les resulta moralmente aceptable. Zapatero utilizó esta estrategia en las algaradas callejeras organizadas para acabar con el último gobierno de Aznar y todo parece indicar que su partido ha decidido continuar por esa senda antidemocrática a poco que comience a gobernar Mariano Rajoy.

Las primeras declaraciones públicas de dirigentes socialistas animando a la rebelión callejera contra un gobierno legítimamente constituido han tenido ya lugar en Castilla La Mancha, cuya presidenta, María Dolores de Cospedal, ha puesto en marcha algunas de las medidas imprescindibles para superar la ruina autonómica que le ha dejado en herencia precisamente ese mismo PSOE.

El nivel de obscenidad política de los socialistas castellano-manchegos es sólo equiparable a su falta de escrúpulos en el manejo de la demagogia. Ellos han sido, con sus despilfarros, los que han socavado el llamado estado del bienestar en cuya supuesta defensa llaman ahora a sus huestes a tomar la calle. Ellos han sido, con su penosa gestión, los que han llevado a la ruina a las arcas públicas en todas las administraciones que han gobernado, sin que esa evidencia palmaria les impida achacar a los nuevos ejecutivos, unos recién nombrados y otros todavía sin tomar posesión, todos los males que solo los dirigentes socialistas han provocado.

Ahora amenazan con sacar a la calle a los paniaguados de los sectores que han alimentado durante sus mandatos con el dinero de todos. Ya lo han dicho a las claras en el caso de Castilla-La Mancha contra Cospedal y no hay razón para pensar que no lo vayan a intentar también en el resto de España contra Rajoy. Ante este desafío antidemocrático, sólo cabe confiar en que los españoles no hayamos olvidado tan pronto la gestión culpable de los que ahora pretenden erigirse en víctimas justicieras a costa de todos. 

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