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EDITORIAL

España, libertad y comidas con Rajoy

Mientras Esperanza Aguirre ofrece principios y claridad, el nuevo PP les pide las ideas a los demás.

Tras un vibrante discurso dedicado a sostener los principios que mueven a sus votantes, Esperanza Aguirre ha sido reelegida como presidenta del PP madrileño. Aguirre se ha comprometido en "la defensa de la libertad y la nación", ha recordado la necesidad de "llamar al pan, pan, y al vino, vino" en una "sociedad esclava del pensamiento políticamente correcto" y ha denunciado a un presidente del Gobierno "empeñado en cambiar la manera de pensar de los españoles, nuestros gustos culturales e incluso nuestros valores morales".

En definitiva, ha ofrecido a las bases de su partido lo que necesitaban oír, que en el PP sigue habiendo alguien comprometido con sus mismos valores y principios. Que este nuevo PP de Rajoy que ni se ve, ni se nota ni traspasa no es el que ella defiende, que a la izquierda no sólo hay que darle la batalla en las urnas sino sobre todo en las ideas porque, de lo contrario, si los populares llegan al poder alguna vez se limitarán a no seguir recorriendo el camino radical de Zapatero, pero no desandarán ni un solo paso de los que ha dado el presidente del Gobierno.

Pero por más que celebremos que siga existiendo un político liberal en España que demuestra tener las cosas claras, no podemos dejar de lamentar el exagerado contraste entre las palabras de Esperanza Aguirre y las de Rajoy. No hace tanto, el gallego defendía –o decía defender– lo mismo que la presidenta de la Comunidad de Madrid, pero tras las elecciones ha optado por hacer caso a los cantos arriolanos de sirena que están seguros de que el PSOE caerá como fruta madura por efecto de la crisis y que el PP debe limitarse a criticar el desempeño del Gobierno en esa materia para heredar el poder.

Desgraciadamente, todavía están por llegar en España las elecciones generales en que la economía decida el resultado. Por más que esta crisis vaya a ser presumiblemente peor y más duradera que la de comienzos de los años 90, nada hace pensar que sólo eso vaya a hacer girar la balanza. Sin embargo, a eso se limita el arsenal del nuevo PP. Mientras Esperanza Aguirre ofrece principios y claridad, los candidatos a heredar el poder de Zapatero como antes pensaban hacerlo de Aznar piden ideas a los demás, y las piden exclusivamente sobre la situación económica. No parece que con un premio tan poco atractivo como es una comida con Rajoy –que tras su paso por Tengo una pregunta para usted parece haber cogido afición a eso de almorzar "con el pueblo"– vayan a lograr demasiada participación en el concurso de González Pons, aunque al menos han demostrado la humildad de reconocer que seguramente otros sean capaces de hacerlo mejor que ellos mismos.

En cualquier caso, y a la espera de las ponencias, no podemos poner más que un solo pero a este congreso. Y es que dado que Esperanza Aguirre, al contrario que Rajoy, no se ha dedicado a recolectar avales para impedir que ningún otro candidato pudiera optar por la presidencia del PP madrileño, hubiera sido de agradecer que quienes se muestran contrarios a los principios que ha delineado en este discurso la presidenta de la Comunidad de Madrid hubieran mostrado sus cartas y presentado una alternativa no sólo al cargo, sino a las ideas. No se hubiera evitado así el resultado final, pero sí la sensación de que casi todos los congresos del PP se deciden en despachos alejados de los focos y, sobre todo, de los militantes.

No obstante, cabe alegrarse de que de este congreso haya salido reelegida la política que, con sus errores –que hemos denunciado desde esta misma tribuna–, mejor representa la corriente liberal-conservadora en nuestro país. Esperemos que en los próximos años siga ampliando las libertades de los madrileños, a poder ser, a un ritmo incluso mayor que el llevado hasta ahora.

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