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EDITORIAL

Esperanza Aguirre

"No se fracasa en la lucha por la Libertad", ha escrito Losantos y demostrado con su ejecutoria Aguirre. Aquí no vamos a perder las ganas ni la esperanza.

La trayectoria política de Esperanza Aguirre está marcada inequívocamente por la defensa firme de sus convicciones liberales y de la Nación. Estos principios han sido para Aguirre innegociables, y a ellos se ha entregado durante tres décadas de carrera política. Frente a la tesis dominante en la derecha española, y particularmente entre los dirigentes del Partido Popular, Aguirre ha demostrado que el combate ideológico no quita votos. Muy al contrario, la presidenta madrileña deja la política después de haber sido la senadora más votada en la historia democrática y de haber convertido al PP en una fuerza más que hegemónica en la Comunidad de Madrid, desterrando al PSOE a la marginalidad política. Una evidencia empírica que tristemente ha sido depreciada en la zona noble de Génova, donde el gurú Arriola impone esa política meliflua e insustancial, la no-política en definitiva, que Mariano Rajoy ha llevado hasta el paroxismo.

Claro que es condición imprescindible para librar la batalla con la izquierda el estar convencido de la superioridad moral del liberalismo. Esto es lo que ha convertido a Esperanza Aguirre en una política singular, en una derecha, la española, acomplejada y siempre dispuesta a pedir perdón a la izquierda por existir. La propia Aguirre lo expresaba con meridiana claridad en uno de sus discursos más brillantes, pronunciado en el año 2008, el del célebre "No me resigno". Pero no hablamos solo de retórica. Aguirre dice adiós cuando es probablemente el gobernante español con mayor respaldo popular, y la Comunidad de Madrid es hoy, de largo, la región más libre y próspera de España. El filósofo liberal Karl Popper dijo una vez que la relación entre libertad y prosperidad era una "maravillosa coincidencia". Madrid es un ejemplo de ello.

El inesperado anuncio de la dimisión de Aguirre ha supuesto un terremoto político de enorme magnitud. Nadie, ni siquiera en el partido o el entorno de la presidenta, se esperaba la noticia. Aguirre no ha querido profundizar en las razones de su marcha. Tampoco ha querido achacarla exclusivamente a su estado de salud, sino que ha preferido hablar de "razones personales", lo que ya ha dado lugar a todo tipo de especulaciones. A nadie se le escapa que su relación con Mariano Rajoy no es buena, y sus desacuerdos con el Gobierno de la nación eran cada vez mayores, como quedó de manifiesto con la subida del IRPF y del IVA, la cuestión autonómica o la excarcelación de Bolinaga, por poner tres ejemplos de la máxima relevancia. Tiempo habrá para conocer cuáles son las razones de tan drástica decisión.

La dimisión de Aguirre es una mala noticia para España y para la causa de la libertad. Más en la difícil situación de crisis económica y, sobre todo, nacional e institucional que vivimos. Pero, como ha escrito el presidente de esta Casa, hay que seguir en la batalla, defendiendo los principios e ideas que ella ha defendido con tanto brío. "Dejar de luchar por la libertad supondría que Esperanza Aguirre no se va sino que ha fracasado. Y no lo ha hecho". Claro que no, lo saben especialmente sus enemigos, de dentro y de fuera del PP.

"No se fracasa en la lucha por la Libertad", ha afirmado Federico Jiménez Losantos, y demostrado con su sobresaliente ejecutoria la presidenta Aguirre. Aquí no vamos a perder las ganas ni la esperanza.

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