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EDITORIAL

Esperpento en el Congreso

Podemos ha montado un espectáculo bochornoso en el Parlamento, en buena medida por culpa de la descalificable demagoga Carolina Bescansa.

Pocas cosas ilustran mejor la crisis institucional que padece España que la esperpéntica sesión constitutiva de la XI Legislatura, celebrada este miércoles con la elección de las Mesas de Congreso y el Senado, en la que ha tenido un bochornoso y destacado papel protagonista la formación que lidera Pablo Iglesias.

El hecho de que varios miembros de Podemos y las mareas hayan llegado al Congreso en bici o acompañados de bandas de música, o el lacrimógeno numerito de Iglesias y Errejón a la salida del Congreso, es lo de menos comparado con la nauseabunda y demagógica utilización propagandística de un bebé –hijo de Carolina Bescansa– por parte de su madre y de sus compañeros de partido.

A pesar de que Bescansa tiene niñera, y de que el Congreso cuenta con guardería y ascensor, la diputada ultra ha preferido subir las escaleras del Congreso cargada con el bebé y exhibirlo para que fuera fotografiado con ella misma y con Pablo Iglesias, en un vergonzoso gesto sentimentaloide que ha sido justamente criticado no sólo por los representantes de otros partidos, también por las asociaciones feministas y hasta en un primer momento por Ada Colau, que luego, no obstante, ha reculado, lo que dice bastante de la impulsiva manera en que procede la alcaldéspota (Eduardo Goligorsky dixit) de Barcelona.

No menos grave que esta utilización política de la infancia, propia de regímenes liberticidas como los que jalean a y son jaleados por Podemos, resultan las fórmulas utilizadas por los representantes podemitas para prometer la Constitución, completamente ajenas a la legalidad vigente.

¿Cómo van a impugnar los servicios jurídicos del Estado el nombramiento de Puigdemont como presidente de la Generalidad, cuando los diputados ultras de la bancada de Iglesias han asumido su cargo con promesas tales como la de "trabajar por un proceso que reconozca la diversidad y la soberanía y que facilite una relación fraterna entre los pueblos del Estado"?

El caso es que todo este bochornoso espectáculo ha dejado en un segundo plano el nombramiento del socialista Patxi López como nuevo presidente del Congreso, gracias al acuerdo entre PSOE y Ciudadanos y a la abstención del PP. Con todo, también este nombramiento tiene sus rasgos surrealistas: aunque sería lógico pensar lleva aparejada la abstención socialista en el nombramiento de Rajoy como presidente del Gobierno, lo cierto es que Pedro Sánchez sigue empecinado en votar contra aquél o contra cualquier otro candidato del PP y ambicionando para él el cargo, con el apoyo de Ciudadanos y Podemos.

El esperpento no puede ser mayor, habida cuenta de la firme negativa de Ciudadanos a llegar a pacto alguno con un partido que exige la celebración de un nuevo y no menos ilegal referéndum de autodeterminación en Cataluña y que actúa como lo que es: la más poderosa formación política con la que cuentan los separatistas de toda España para hacer añicos la soberanía nacional.

Así las cosas, y mientras populares y socialistas no renuncien a votar en contra de sus respectivos candidatos a la Presidencia del Gobierno, seguimos abocados a unas nuevas elecciones, que no parece vayan a desatascar la situación ni a evitarnos más espectáculos lamentables como el que hoy ha tenido por escenario –nunca mejor dicho– el Congreso de los Diputados.

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