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EDITORIAL

Feijóo rehúye algo más que el liderazgo contra el nacionalismo

Lejos de liderar el combate contra los liberticidas delirios identitarios, Feijóo apuesta por los guiños al nacionalismo supuestamente moderado.

Pocas cosas tan encomiables como la manifestación convocada para el próximo domingo en Barcelona por Escuela de Todos en defensa del derecho a la enseñanza en español en Cataluña. Y pocas tan decepcionantes y lamentables como la ausencia del líder del PP, Alberto Nuñez Feijóo, a esa cita, a la que, lógicamente, sí acudirán los lideres nacionales de VOX y Ciudadanos, Santiago Abascal e Inés Arrimadas.

Se supone que quien aspira a ser presidente del Gobierno debería ser el primer interesado en protagonizar y liderar el combate cívico, moral, intelectual y político contra esa vulneración perpetrada por los nacionalistas contra nuestra nación y contra nuestro ordenamiento constitucional. Esa que constituye la erradicación del castellano como "lengua vehicular" en la enseñanza en Cataluña, comunidad en la que Vox ya tiene más representantes autonómicos que los que suman el PP y Ciudadanos juntos. Sin embargo, la falta de claridad del presidente del PP a la hora de dar la batalla de las ideas en defensa de un derecho civil tan elemental como poder recibir la enseñanza en la lengua oficial del Estado, única común a todos los españoles y que además constituye la lengua materna de más de la mitad de los ciudadanos catalanes, resulta, simplemente, pasmosa. Y no lo decimos tan sólo porque el propio Feijóo, durante su esta etapa como presidente de Galicia, protagonizara lamentables espectáculos en el ámbito lingüístico, o por aquellas patéticas declaraciones suyas en las que afirmó que "Galicia tiene muchos elementos para considerarse una nación sin Estado". También nos referimos a su recientes declaraciones en las que el ya presidente nacional del PP se ha mostrado partidario de un "catalanismo constitucionalista", cursi expresión que, además de poder ser considerada, acertada y displicententemente, como una "gallegada", tal y como ha hecho Cayetana Álvarez de Toledo, no viene sino a maquillar la condescendencia y pasividad de Feijóo a la hora de liderar el combate contra los liberticidas delirios identitarios del nacionalismo y apostar, por el contrario, por los guiños y por el acercamiento con un inexistente y mal denominado nacionalismo moderado.

Ya resulta lamentable que Feijóo insista en lo que, además de ser una renuencia a la hora de defender con claridad y firmeza unos principios, constituye también una estrategia reiteradamente fracasada que ha llevado a su partido, desde la decapitación de Vidal-Quadras al frente del PP catalán y la marcha de Mayor Oreja al frente del PP vasco, al borde de la extinción tanto en Cataluña como el Pais Vasco. Lo peor, sin embargo, es que ese acercamiento al nacionalismo supuestamente moderado parece ser también su futura política de alianzas a nivel nacional ante el previsible escenario —confirmado hasta la fecha por todas las encuestas— de que el PP no logrará la mayoría absoluta en las próximas elecciones generales. Así, algunos medios de comunicación aseguran que el PP, en una maniobra ya bautizada como "Operación mayoría simple", ya ha abierto cauces con los nacionalistas del PNV, Coalición Canarias o Teruel existe para no tener que buscar el apoyo en una formación liberal/conservadora como Vox de impecable trayectoria en defensa y respeto del ordenamiento constitucional. Esta estúpida y suicida renuencia de Feijóo a considerar a Vox como un socio natural —renuencia tan lamentable como la que protagonizara en su día Pablo Casado— no sólo implica la autoimposición por parte del PP de un inadmisible e injustificable "cordón sanitario" contra la formación de Abascal, sino que además constituye la principal razón para restar credibilidad a la promesa de Feijóo de derogar leyes aprobadas por los socialistas, tales como la Ley de Memoria Histórica, la Ley de Educación, la ley de secretos oficiales (si es que se aprueba de forma definitiva) o la ley del aborto. Ya resulta decepcionante que Feijóo no se comprometa a derogar también bodrios legislativos tan lamentables como la Ley Trans, la llamada "ley del solo sí es sí" o la reiteradamente fracasada "Ley de Violencia de Género". Aun así, ¿qué credibilidad da a sus propósitos de enmienda respecto de las primeras cuando el PP rehúye acomplejada y suicidamente la alianza de una formación tanto o más contraria a esas leyes que Feijóo dice querer derogar?

Así las cosas, y sin querer quitar méritos a Abascal, pocas cosas garantizan tanto la permanencia y el papel decisivo de Vox, tanto en Cataluña como en el resto de España, que la tibieza, falta de coherencia y falta de determinación a la hora de dar la batalla de las ideas que sigue imperando en el principal partido de la oposición.

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