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EDITORIAL

Un error que podría ser el último

Da la impresión de que un político de la larga experiencia de Feijóo y de su innegable capacidad no acaba de comprender al hombre al que se enfrenta.

Del mismo modo que es obvia la incapacidad de Pedro Sánchez y su gobierno para gestionar con un mínimo de solvencia nada que sea más importante que el ayuntamiento de una pequeña ciudad de provincias, está acreditada su habilidad para la política en el peor sentido del término: en la batalla partidista más sucia el presidente y su equipo son auténticos superdotados y su absoluta falta de escrúpulos mezclada con su predominio en los medios es una bomba atómica de la que resulta difícil defenderse.

Sin embargo, cuando todo el mundo ya conoce sobradamente a Sánchez y si hablamos de un político de la experiencia y la capacidad de Feijóo, las maniobras y mentiras del PSOE deberían resultar bastante obvias y, por tanto, no tan difíciles de evitar de la única forma posible: no juntase con el presidente ni para cobrar una herencia.

No obstante, da la impresión de que un político de la larga experiencia de Núñez Feijóo y de su innegable capacidad no acaba de comprender al hombre al que se enfrenta. Quizá sea por los complejos que la derecha tiene siempre frente a la izquierda; quizá se deba a que para alguien como el gallego que lleva toda una vida teniendo responsabilidades institucionales es inconcebible el nivel de irresponsabilidad de Sánchez, o quizá estemos tan sólo ante un error de cálculo. Sea cual sea la razón, si la nueva dirección del PP cree que puede llegar a pactos con el Gobierno y que estos van a reportar algún beneficio a España o al propio partido están más que equivocados y ese error puede ser el último que cometan antes de ser arrasados electoralmente.

Especialmente grave sería una negociación del CGPJ que sólo puede terminar de una forma: con el gobierno de los jueces entregado a una izquierda con ansias totalitarias y sin ningún respeto por los mecanismos básicos de la democracia. Baste recordar las sentencias en contra que ha dictado hace bien poco el Tribunal Constitucional señalando cómo el cierre del Congreso y el primer Estado de Alarma fueron flagrantemente anticonstitucionales para tener una idea de lo que piensan Sánchez y los suyos sobre cumplir las leyes y respetar los derechos de la ciudadanía.

Como era previsible, en su reunión de este jueves Sánchez ha pedido a Feijóo las dos cosas que más útiles le serían a él y no a España: que el PP le entregue el poder judicial en bandeja de plata y que rompa con Vox, el único partido con el que los populares pueden contar para acabar con este desastroso gobierno socialcomunista. Si el nuevo líder del PP acepta, demostrará una perspicacia política mucho menor de la que le suponíamos y habrá cavado, sólo unos días después de su apoteósico desembarco en Génova 13, una tumba en la que el primero en caer será su partido, pero en la que, además, después habrá que hacer hueco a la democracia tal y como la conocemos.

Y todo sin otra compensación que lograr que la misma izquierda que se asocia con ETA, con los separatistas y los golpistas emita un certificado de centrismo que, por supuesto, ni el PSOE ni Podemos tienen la más mínima intención de firmar nunca jamás… a menos que el PP se convierta en el Partido Campesino de algo que ya no será una España en libertad.

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