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EDITORIAL

Frente Popular en ciernes

No es la presidencia del Congreso sino la del Gobierno lo que los populares deberían haber ofrecido a los socialistas o a Ciudadanos.

Por mucho que sea a Mariano Rajoy a quien corresponda en primer lugar intentar la formación de un nuevo Ejecutivo, lo cierto es que Pedro Sánchez no está esperando para tejer alianzas que le conviertan en el nuevo presidente del Gobierno. A sus negociaciones en la sombra con el PNV hay que sumar la "mano tendida" que Íñigo Errejón ha vuelto a ofrecer al dirigente socialista, a pesar del nada disimulado malestar que ha causado en Podemos que el PSOE no les facilitase la fraudulenta creación de los cuatro grupos parlamentarios a los que aspiraba.

Así mismo, los podemitas ya no plantean con tanta rotundidad la celebración de un referéndum de autodeterminación en Cataluña como condición sine qua non para negociar la investidura del socialista, lo que facilita las cosas enormemente a Pedro Sancez para defender, de cara a la galería, lo que eufemísticamente denomina un "Gobierno de progreso"

Que ese "Gobierno de progreso" sea en realidad una alianza con la extrema izquierda y los separatistas puede dar una idea del desastre y el retroceso que supondría para España; no sólo en términos económicos, también a la hora de hacer frente al proceso secesionista en el que la Generalidad va a seguir inmersa, con independencia de que haya o no una consulta autorizada por el nuevo Gobierno de Madrid.

Es cierto que a ese devastador Frente Popular le quedan todavía muchos flecos para conformarse, pues, además del apoyo de Podemos, IU y PNV, al PSOE le faltaría la abstención de un partido para conseguir tener más votos a favor que en contra en una votación por mayoría simple. Sin embargo, y al margen de que Pedro Sánchez lo consiga o no, lo que es evidente es que lo está intentando, mientras que Mariano Rajoy no hace nada que no sea empecinarse de forma numantina en ser él quien presida el Gobierno.

El PP no puede gobernar con la negativa del PSOE, mientras los socialistas sí pueden alcanzar el Gobierno por mucho que se opongan los populares. En esto debería haberse fijado el presidente del Gobierno tras las elecciones, y no en una victoria del PP que, más que amarga, resulta completamente insuficiente para retener el poder. En este sentido, no es la presidencia del Congreso sino la del Gobierno lo que los populares deberían haber ofrecido a los socialistas o a Ciudadanos en aras de esa gran coalición nacional, capaz de afianzar la recuperación económica y combatir la sediciosa revuelta institucional de los separatistas.

¿Con quiénes prefieren los votantes del PP que gobierne Pedro Sánchez, con el propio PP y con Ciudadanos o con Podemos y los separatistas? El empecinamiento de Rajoy, máximo responsable de que el PP haya traicionado sus señas de identidad y perdido a un tercio de sus votantes, en seguir siendo presidente del Gobierno y del partido lleva al desastre no sólo al propio Rajoy y al PP, también a la Nación.

Tiene toda la lógica que el PP haya caído en el pesimismo, pero lo que no tiene ninguna es que no haya incurrido, ni siquiera a estas alturas, en una rebeldía frente a un líder que lo ha llevado al desastre.

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