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EDITORIAL

Hienas disfrazadas de corderos cursis

Hay que denunciar sin descanso estas prácticas execrables y atajar con toda contundencia cualquier quebrantamiento de la legalidad y la convivencia que se hagan a su amparo.

Hay que denunciar sin descanso estas prácticas execrables y atajar con toda contundencia cualquier quebrantamiento de la legalidad y la convivencia que se hagan a su amparo.
Unidos Podemos

No ha habido totalitario o populista que no haya apelado a los sentimientos; incluso el marxismo sedicentemente científico de la URSS recurrió continuamente a ideas sentimentaloides alrededor de la patria o la clase. No debe sorprender, por tanto, que la coalición de comunistas y bolivarianos que se presenta a las elecciones bajo la marca Unidos Podemos haga del corazón y la sonrisa sus fetiches de campaña. Así lo exige, por otro lado, su estrategia de ocultamiento de su ideario liberticida.

A lo que no pueden apelar en ningún caso es a la racionalidad, al voto reflexivo y al votante sensato, habida cuenta de que sus recetas y propuestas son en el mejor de los casos disparates miserabilizadores y en el peor ataques frontales a los derechos y libertades de la ciudadanía.

El neocomunismo de estos enemigos jurados de las democracias liberales conduce a Grecia o, peor, a Venezuela: el primero de estos países está sumido en una crisis tremenda que Syriza no ha hecho más que agravar; el segundo se encuentra al borde de un colapso de imprevisibles consecuencias después de lustros de la versión más abominable del denominado socialismo del siglo XXI, que no sólo han jaleado Iglesias y sus compinches: es que han contribuido decisivamente a ponerlo en pie.

La apelación a los sentimientos por parte de sujetos defensores de regímenes execrables como el que padecen en Venezuela es harto peligrosa: se busca trazar una implacable división entre buenos y malos y comprender, justificar o alentar agendas y actitudes dirigidas a reprimir o aplastar a estos últimos. Los ejemplos que pueden obtenerse en la propia Venezuela, donde se cubre de oprobio y deshumaniza a los demócratas, son estremecedores.

Las infectas apelaciones a los sentimientos que están haciendo los neocomunistas y sus semejantes están cebando el odio y el resentimiento de buena parte de sus seguidores, y traduciéndose en actos de violencia simbólica y real que pueden conducir a España a una crisis social de imprevisibles consecuencias.

Hay que denunciar sin descanso estas prácticas execrables y atajar con toda contundencia cualquier quebrantamiento de la legalidad y la convivencia que se hagan a su amparo. Las sonrisas de las hienas disfrazadas de corderos cursis no son para tomárselas a broma.

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