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EDITORIAL

Incógnitas sobre el plan Zapatero

Decía Bastiat que “el Estado es la gran ficción por la cual todo el mundo trata de vivir a costa de todos los demás”. A la espera de los cruciales detalles de Solbes, esperemos que esa “gran ficción” no sea la única destinataria de nuestra confianza

Tal como ocurriera con su reunión con los dirigentes bancarios del pasado lunes, la comparecencia de Rodríguez Zapatero ante los medios de comunicación de este martes para informar de las medidas destinadas a fortalecer la confianza en nuestro sistema financiero, ni ha satisfecho ni ha aclarado todas las expectativas y dudas generadas. Es cierto que Zapatero ha despejado la cuantía del aumento del Fondo de Garantía de Depósitos, que finalmente será de 100.000 euros por cuenta y cliente, frente al mínimo de 50.000 euros pactados el martes por los ministros de Economía de la UE. Sin embargo, permanecen entre otras las dudas de cuales van a ser los orígenes de las dotaciones. El sistema español, a este respecto, ha sido un modelo en el que los bancos, mediante aportaciones anuales, dotaban, con un cantidad equivalente a un pequeño porcentaje de lo que tienen en deposito, a ese Fondo destinado a cubrir a los depositantes de una eventual quiebra. Zapatero, sin embargo, no ha informado si el incremento se va a articular de este modo o mediante un acuerdo de las instituciones financieras para acudir al rescate una vez se produzca la quiebra de una entidad, o bien si, tal y como parece, es el Estado el que se compromete a garantizar esa cantidad.

A esta incógnita debemos añadir las que ha generado el presidente del Gobierno con su otro anuncio de crear un fondo de 30.000 millones de euros –ampliable a 50.000 millones– a cargo del Tesoro para comprar "activos financieros" a las entidades bancarias con el objetivo de inyectar liquidez al mercado español. En primer lugar, cabe denunciar que una medida de estas características se haya tomado de forma unilateral y secreta por el Ejecutivo, sin presentarla al Congreso para su debate público. Con independencia de la opinión que nos merezca el plan de rescate recientemente aprobado en EE UU, allí al menos se ha discutido y se ha tenido acceso a todos sus detalles.

A pesar de que la cuantía de ese fondo anunciado por Zapatero es equivalente a un cinco por ciento de nuestro PIB, y a pesar de que puede afectar de forma decisiva las reglas de juego de nuestro ya excesivamente intervenido y distorsionado sistema financiero, Zapatero no ha querido, sin embargo, entrar en detalles, dejándolos para una posterior comparecencia de Solbes. Así, nos quedamos a la espera de saber con qué criterios van a seleccionarse esos "activos sanos y no tóxicos" que, según Zapatero, se solicitarán como aval para los créditos a bancos y cajas. Dado que no se establece cuál es el horizonte temporal para su devolución, es difícil distinguirlos en la práctica de una aportación de dinero público similar a la aprobada en EE UU.

Y es que, por mucho que Zapatero insista en que los créditos se concederán con criterios de solvencia, es absurdo, hasta lo contradictorio, pretender que estas operaciones, que sólo se puede permitir el Estado, se vayan a hacer con criterios de mercado. Eso, por no hablar de la necesidad que tendrá España de emitir deuda para conseguir el dinero en un momento en el que los inversores internacionales desconfían de nuestras cuentas públicas (por lo que la emisión de deuda presionará al alza nuestros tipos de interes y en un futuro la presión fiscal).

Otro tanto se podría decir de la comparecencia de este martes del gobernador del Banco de España, quien sorprendentemente no acudió el lunes a la reunión con los reprentantes de la banca. Fernández Ordóñez se ha limitado a pedir "calma" a los ahorradores; una calma que no pidió en su día contra la irresponsable política monetaria expansiva que está en el origen de la crisis y contra la que no hizo la menor advertencia.

Bien está que las autoridades traten de generar una confianza que es crucial para nuestro sistema financiero. Pero la confianza exige transparencia y, por lo poco que se está viendo, el Gobierno ha optado exclusivamente por un nuevo dopaje monetario en detrimento de una reforma fiscal a la baja tan necesaria y olvidada como la pendiente liberalización de los mercados, especialmente el laboral.

Decía Bastiat que "el Estado es la gran ficción a través de la cual todo el mundo trata de vivir a costa de todos los demás". A la espera de los cruciales detalles de Solbes, esperemos que esa "gran ficción" no sea la única destinataria de nuestra confianza.

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