El economista e intelectual norteamericano Thomas Sowell, que colabora en estas páginas, suele advertir contra el uso torticero que se hace de las estadísticas. Generalmente, el problema se encuentra en que se las emplea para decir cosas que no dicen, pero que parecen decir. Así, por ejemplo, las estadísticas sobre renta no incluyen en Estados Unidos el patrimonio que ya se ha adquirido o las transferencias recibidas del Estado del bienestar, lo que puede llevar a políticos y periodistas a afirmar que hay más pobreza de la que realmente existe.
Sin embargo, la vicepresidenta De la Vega ha llegado en la última rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros al extremo de emplear una cifra estadística que no sólo no significa lo que ella ha querido hacer que signifique sino que, en realidad, no significa nada en absoluto. Así, ha hablado de que la "inflación media" está en el 2,7%. ¿Cómo ha llegado a ese dato? Haciendo la media de los datos de inflación interanual de todos los meses. ¿Qué significa? Por resumirlo brevemente: absolutamente nada. Lo que resulta realmente significativo es ese 4,1% que han subido los precios los últimos doce meses y un dato de este mes que, de confirmarse, supondría el peor noviembre desde 1985 en lo que a inflación se refiere.
Esa cifra del 2,7% la ha empleado De la Vega para intentar minimizar el grave problema de inflación que estamos padeciendo y que amenaza con poner fin al ciclo de bonanza económica que comenzara con Aznar y se extendiera, gracias a la herencia recibida, durante esta primera legislatura. Era la única manera de que su patética disposición a que el problema "se corrija pronto" no pareciera tan escandalosa como realmente es.
Es cierto que la inflación es, ante todo, un fenómeno monetario y, por tanto, responsabilidad en su mayor parte de los bancos centrales, cuyas actuaciones no dependen del Gobierno. Las materias primas han subido en los mercados mundiales debido a las inyecciones de liquidez que llevan haciendo tanto el Banco Central Europeo como la Reserva Federal desde agosto para evitar que la crisis financiera vaya a más. Sin embargo, sí es responsabilidad de José Luis "Dos Tardes" Rodríguez Zapatero que ese incremento en los precios sea lo menos alto posible, y en eso ha fracasado miserablemente, como demuestra que en España la inflación haya subido más que en el resto de la unión monetaria europea.
Los socialistas han tenido desde el principio de la legislatura para hacer reformas y han preferido cruzarse de brazos. Y eso en el mejor de los casos, pues en ocasiones han permitido nuevas restricciones, como en los horarios comerciales, que tienen una incidencia clara y concreta sobre los precios, como demuestra el que en la comunidad autónoma más liberal en esa materia, la madrileña, sea donde menos ha subido la inflación. En el terreno energético, por otra parte, se han declarado antinucleares y han llegado a cerrar una central, incrementando así nuestra dependencia del petróleo y del aumento de su precio.
Pero podría haber quien pensara que esas medidas funcionan a más largo plazo y que, de todos modos, aunque el Gobierno del 14-M las hubiera llevado a cabo, no habrían sido suficientes para contrarrestar esta subida concreta de los precios. Pero eso no excusa que, teniendo los datos encima, hayan propuesto y aprobado unos Presupuestos que caen en el derroche, cuando lo que ahora hace falta es que se reduzca el gasto público para que éste no presione aún más al alza los precios. Sobre todo porque, al estar ligado el pago de pensiones a la inflación, el gasto iba a tener que aumentar enormemente se quisiera o no.
Se mire como se mire, el Gobierno podría haber hecho y puede aún hacer mucho para luchar contra la inflación. Pero luchar de verdad, no hacerla bajar artificialmente intentando manipular los datos.
