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EDITORIAL

La burda estrategia de Egea-Casado: acusar a Vox de impedir la presidencia de Mañueco

El PP está decidido a pintar a Vox como una formación antisistema capaz de aliarse con la izquierda con tal de impedir el Gobierno de Mañueco.

Señalamos ayer en estas mismas páginas que, a menos que Santiago Abascal incurra en el "suicidio político de entregar gratis et amore el Gobierno de Castilla y León" a un partido como el PP, que, al dictado de Pablo Casado y Teodoro García Egea, no sólo ningunea a Vox, sino que lo calumnia tachándolo de ultraderechista, la única opción que tiene Alfonso Fernández Mañueco para mantenerse al frente de dicha comunidad pasa por un pacto del PP con el PSOE (en forma de abstención socialista) o por la repetición de las elecciones autonómicas.

Como el felón de Pedro Sánchez, entregado a formaciones separatistas y de extrema izquierda, no resulta de fiar ni siquiera para alguien tan pazguato como Casado, Génova parece decidida a barajar la posibilidad de la repetición electoral –opción que ya contempló antes de las elecciones del pasado domingo–... no sin antes tratar de evitarla mediante la pueril artimaña de que Abascal haga el papelón de abstenerse ante la conformación de un Gobierno en solitario del PP apoyado por partidos minoritarios como Soria Ya, Por Ávila y el Ciudadanos del traicionado Francisco Igea.

Si el PP y el traicionado Cs lograran el apoyo de Soria Ya y Por Ávila a la candidatura de Mañueco, la única opción que le quedaría a Abascal para convencer al PP de la necesidad de sentarse a negociar sería votar, junto al PSOE y a Podemos, en contra de la investidura del muy poco popular hombre de Casado. Esa lúcida y valiente pero aparentemente contradictoria posición de Vox ya fue puesta en práctica en Andalucía, donde los de Abascal lograron que PP y Cs se sentaran finalmente a negociar los Presupuestos luego de tumbar las cuentas iniciales junto con el PSOE y Podemos.

Aun así, si el PP lograra el apoyo de los partidos provincialistas a la investidura de Mañueco, la campaña mediática que lanzaría contra Vox para presentarlo no como un socio natural y el primer partido que le ofreció su apoyo, sino como una formación extremista y antisistema capaz de aliarse con la izquierda con tal de impedir el Gobierno de Mañueco o de forzar una repetición electoral sería, ya ha empezado a ser, brutal.

No es casual la prisa de Mañueco por reunirse con Soria Ya y Por Ávila, mientras sigue la campaña popular de difamación contra Vox, a la que se ha sumado el mismísimo José María Aznar cuestionando de forma bastante penosa la lealtad constitucional de Vox y equiparando a Abascal con Marine Le Pen.

Ni que decir tiene que todo esto viene de la infame y cobarde asunción por parte del PP de los calumniosos clichés que la izquierda hace de Vox... precisamente para que el partido de Casado se vede a sí mismo la posibilidad de alcanzar el Gobierno de la mano de un partido con el que un PP verdaderamente comprometido con el ideario liberal-conservador tendría más semejanzas que diferencias. De haber tomado a Vox como lo que es, un socio natural con el que el PP tiene el derecho y el deber de llegar a acuerdos, no la caricatura fascistoide que agita la izquierda, ahora Casado y Abascal estarían celebrando conjuntamente los resultados obtenidos en Castilla y León y trabajarían codo con codo en la formación de ese Gobierno regional como el mejor anticipo del desalojo de Sánchez de la Moncloa. Pero no: Casado sigue empeñado en cavar su tumba política... y la de su partido.

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