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EDITORIAL

La indignidad sin fin de Rubalcaba

A Rubalcaba "le duele más" lo sucedido en Noruega porque las víctimas son parte de su "familia política", de tal forma que si los asesinados hubieran pensado de forma distinta el dolor del candidato sería más llevadero.

Cuando creíamos que Alfredo Pérez Rubalcaba no podía llegar más bajo en su escaso respeto a los valores democráticos, el candidato del PSOE nos sorprende con una nueva declaración que agranda su ya legendaria trayectoria, en esta ocasión a cuenta de la tragedia provocada por el doble atentado ocurrido en Noruega.

Su intervención ante las juventudes socialistas, en las que ha ofrecido una valoración demencial por sectaria de los asesinatos ocurridos en Oslo y Utoya, sería calificada de escasamente afortunada si el protagonista fuera un bisoño de la política, pero tratándose de un personaje que lleva treinta años en las zahúrdas de la izquierda no cabe considerarla fruto de la ingenuidad o a la improvisación, sino toda una declaración de intenciones de lo que es capaz el candidato del PSOE en términos de ética política y ciudadana.

Así que a Rubalcaba "le duele más" lo sucedido en Noruega porque las víctimas son parte de su "familia política", de tal forma que si los asesinados hubieran pensado de forma distinta el dolor del candidato sería más llevadero. Semejante canallada descalifica por completo a Rubalcaba, si es que a estas alturas tuviera algún rédito democrático que exhibir, y al partido al que representa de cara a las próximas elecciones, cuyos integrantes, a juzgar por el silencio cómplice con que ha sido recibida la andanada verbal de su candidato, parecen compartir esta enfermiza asimetría moral.

Pero Rubalcaba no ha querido quedarse simplemente en la impudicia y, a continuación de su penoso exabrupto, ha pasado a impartir doctrina democrática en ese dudoso estilo que los españoles, por desgracia, conocemos ya sobradamente. El portavoz del Gobierno de los GAL y, más recientemente, ministro del chivatazo a la ETA, ha explicado sien rubor aparente a los cachorros socialistas que "contra la violencia política no hay otro remedio más que la firmeza democrática". Podría haberles instruido al respecto utilizando su ejemplo personal en los dos casos mencionados en que precisamente el PSOE, con él en lugar preeminente, actuó exactamente al contrario, pero la desvergüenza de unos y otros les lleva a aplaudirse mutuamente cuando se travisten con unos ropajes democráticos que jamás utilizaron con sinceridad.

"Sabemos bien lo que es la violencia política, sabemos bien lo que es el odio", ha insistido Rubalcaba. Desde luego, él lo sabe perfectamente.

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