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EDITORIAL

La Internacional del Terror y sus terminales españolas

Pedro Sánchez alertó de lo que eran, hizo campaña contra ellos y aun así les entregó el poder. No tiene perdón el gran traidor.

La terrible invasión de Ucrania ha alterado el panorama geoestratégico y con toda probabilidad tendrá consecuencias de extraordinaria importancia a medio y largo plazo. Para empezar, las política de defensa y energía van a tener un protagonismo que la primera había perdido por completo y la segunda mantenía pero sometida a los dictados del ecologismo liberticida y la falsa emergencia climática.

Al mismo tiempo, debería servir también para poner en pie unas nuevas relaciones internacionales en las que sea mucho más difícil apaciguar a los regímenes más tóxicos y peligrosos del mundo.

Las democracias liberales se han alineado sin excepción con Ucrania y su lucha desesperada por la libertad. Es cierto que podrían y deberían hacer mucho más, pero también lo es que su posicionamiento es claro. Enfrente lo que hay es una auténtica Internacional del Terror integrada por algunas de las dictaduras más despreciables del planeta. Jaleando, justificando, encubriendo, cooperando con Putin están Bielorrusia, poco más que un títere de Moscú; la execrable dictadura comunista de Corea del Norte; Irán, siempre en guerra contra Occidente y la libertad; y las satrapías iberoamericanas, entre las que destaca la que devasta Cuba desde 1959. En cuanto a la China comunista, va a su aire pero, desde luego, no respalda las sanciones que adoptado Europa y Estados Unidos.

Todos los regímenes que apoyan al carnicero Vladímir Putin se caracterizan por un desprecio absoluto por la libertad de sus ciudadanos, que no son tales sino súbditos. En Cuba, precisamente, acaban de hacerse públicas las condenas de hasta 30 años de cárcel que el criminal régimen comunista de La Habana ha impuesto a varios de los protagonistas de las históricas marchas por la libertad de julio del año pasado.

Las democracias y los demócratas deben enfrentarse sin titubear a tiranos infames como Putin y Miguel Díaz Canel. Así como a los que les jalean en Occidente y sueñan con emularlos. En España están empotrados en el Gobierno de Pedro Sánchez, que alertó de lo que eran, hizo campaña contra ellos y aun así les entregó el poder. No tiene perdón el gran traidor.

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