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EDITORIAL

La movilización del PP y la pereza del 'dedo divino'

Rajoy siempre lo ha confiado todo a la gestión, pero la política también es comunicación, batalla de ideas y defensa de unos principios.

Parece ser que Mariano Rajoy ha reclamado a los ministros y a los altos cargos de su partido que salgan a la palestra para intensificar su labor comunicativa de cara a las elecciones municipales y autonómicas de mayo. Además de una mayor presencia en los medios, el presidente del Gobierno ha pedido a sus secuaces la celebración de más actos de partido: de hecho, a partir de enero quiere que se celebren prácticamente todos los fines de semana.

Rajoy ha dado esta orden de movilización general tras una serie de encuestas que advierten del enorme desgaste del PP y el auge de Podemos. Así, ya no se esconde la necesidad de dar réplica dialéctica a la formación de Pablo Iglesias, y desde hace semanas se prepara especialmente a los cargos que van a las tertulias.

Bien está que Rajoy, que siempre lo ha confiado todo a la gestión, haga este tipo de llamamientos, pues la política también es comunicación, batalla de ideas y defensa de unos principios. Ahora bien, mejor estaría que predicara con el ejemplo y fuera él el primero en dar la cara ante los medios de comunicación, a poder ser en un formato distinto al de la pantalla de plasma.

No parece que vaya a ser el caso: ausente de radios y televisiones, el Senado ha informado, prácticamente minutos después de la orden dada a puerta cerrada en la sede nacional del partido, de que el presidente no tiene previsto someterse al control de la oposición este mes de diciembre. Sí parece seguro que comparezca en rueda de prensa tras el último Consejo de Ministros del año.

No menos incoherente con esta movilización general sería que Rajoy siguiera con su conocida costumbre de retrasar al máximo la designación de los candidatos electorales. Ya que la supuesta apuesta del PP por la regeneración democrática no alcanza la celebración de primarias, el dedo divino de Rajoy no debería hacerse esperar. Su "magistral manejo de los tiempos" siempre ha justificado dicha tardanza con la timorata excusa de que es una forma de evitar a los candidatos el desgaste de una contienda larga. Sin embargo, más le valdría a Rajoy seguir el consejo del presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, que le ha animado a elegir "cuanto antes" los candidatos. Ciertamente, la tardanza en la designación no sólo genera incertidumbre, tal y como ha señalado el mandatario madrileño, sino que es contradictoria con esa supuesta movilización general que quiere llevar a cabo el presidente del Gobierno.

Con todo, lo más difícil para el PP va a ser el poder desarrollar un discurso y librar una batalla de ideas, cuando su gestión de gobierno ha traicionado todas las señas de identidad que abanderaba, sin éxito alguno que lo compense. La tardía, lenta y frágil recuperación económica ya es de por sí difícil de vender. Pero hacer pasar por plausible el agravamiento de la crisis institucional y nacional ya no es cosa de buenos vendedores sino de trileros.

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