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EDITORIAL

La obsesión antiamericana

Visto lo visto, no nos extrañaría que en los próximos días la obsesión antiamericana aúne esfuerzos y haya quien diga que la marina estadounidense causó el terremoto creyendo que en esos momentos Llamazares se encontraba en Haití.

Que el antiamericanismo ha llegado a ser una seña de identidad de la izquierda a la que no es ajena cierta derecha antiliberal en Europa es algo de sobras conocido y de lo que hemos tenido nuevas muestras en los últimos días a propósito tanto de los innegables errores cometidos por el FBI que afectan a Gaspar Llamazares como respecto al despliegue de marines en Haiti.

En relación con lo primero, es evidente que el FBI ha cometido un error garrafal al utilizar los rasgos del portavoz de IU para llevar a cabo un actualizado retrato-robot de Ben Laden, y que el diputado español tiene todo el derecho a protestar y a recibir disculpas como las que de hecho ya ha recibido por parte de la Embajada norteamericana en España. Ahora bien, dejando al margen que el Gobierno de los Estados Unidos es el primer interesado en que no se produzcan estos errores que también afectan a su seguridad, es evidente que Llamazares en sus protestas ha dado rienda suelta a un visceral antiamericanismo no exento de patéticos delirios de grandeza. No otra cosa es atribuir el error al "sectarismo" o cuestionarse si la policía federal estadounidense le tiene fichado como a otros "izquierdistas" europeos o americanos, tal y como ha sostenido Llamazares en rueda de prensa. Y es que presentar a la democracia estadounidense como si de un régimen dictatorial se tratara, y presentarse a sí mismo como alguien de tanta importancia como para estar fichado por el FBI, es algo que no concuerda ni con la realidad política de los Estados Unidos ni con la escasa relevancia que como político tiene Llamazares incluso en la escena política española.

Es evidente que Llamazares confunde la democracia estadounidense con los regimenes comunistas que –ellos sí– no sólo fichan sino que también encarcelan a pacíficos ciudadanos, a los que criminalizan sólo por razón de sus ideas políticas; regímenes como los de Cuba o el que se ha impuesto en Venezuela, hacia los que Llamazares no oculta sus simpatías.

Precisamente desde Venezuela, y también desde el no menos criticable Gobierno sandinista de Nicaragua, han llegado otras delirantes muestras de antiamericanismo, en este caso motivado por el encomiable y rápido despliegue de marines que Estados Unidos ha hecho en Haiti para garantizar la seguridad y facilitar la ayuda humanitaria a ese país devastado por el terremoto.

Aseverar, tal y como han hecho Hugo Chávez o Daniel Ortega, que Estados Unidos se está valiendo de la tragedia del seísmo en Haití para ocuparla militarmente es de una mezquindad que sólo se explica por esa incorregible obsesión antiamericana capaz de denigrar hasta lo más encomiable. Si Haití era un país sacudido por la violencia antes del terremoto, los saqueos, el pillaje y, en general, la falta de seguridad y orden, tras el seísmo todos estos males se han convertido en los principales enemigos para la distribución de ayuda y las tareas de reconstrucción. Téngase en cuenta que a la ya explosiva situación de centenares de miles de personas sin hogar y sin alimento se le unen los miles de delincuentes que han podido escapar tras el derrumbe de cárceles como ha sucedido en Puerto Príncipe.

Ya decíamos que cierta derecha en Europa no está inmunizada contra esa obsesión antiamericana, algo especialmente detectable en Francia, donde su secretario de Estado de Cooperación, Alain Joyandet, lanzaba hace unos días criticas a los Estados Unidos por tratar de "monopolizar" la ayuda. Aunque más le valdría al Gobierno francés criticar la parálisis de Naciones Unidas que la rápida y solidaria respuesta de los Estados Unidos, también es cierto que la oficina de Sarkocy ha emitido en las ultimas horas un comunicado en el que corrige las anteriores declaraciones y en el que "celebra la excepcional movilización de Estados Unidos en Haiti y el papel esencial que está llevando a cabo sobre el terreno".

Por el contrario, dirigentes como Hugo Chávez no sólo no han corregido sus obsesiones, sino que las han llevado al surrealista extremo de acusar a los Estados Unidos, nada más y nada menos, de ser el causante del terremoto a través de unas pruebas llevadas a cabo por la marina.

Visto lo visto, no nos extrañaría que en los próximos días la obsesión antiamericana aúne esfuerzos y haya quien diga que la marina estadounidense causó el terremoto creyendo que en esos momentos Llamazares se encontraba en Haití.

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