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EDITORIAL

Autobuses socialistas contra la alternancia democrática en Andalucía

La implicación del partido que detenta el Gobierno de la Nación en el cerco al Parlamento andaluz y en la virulenta campaña de odio a VOX es de una gravedad extrema.

El Parlamento andaluz ha vivido este martes una jornada histórica. Por un lado, se ha celebrado la sesión inicial del debate de investidura que culminará con la elección del primer presidente no socialista del Gobierno regional, el popular Juan Manuel Moreno Bonilla. Por otra parte, los socialistas han demostrado que no saben perder y que no respetan ni a la ciudadanía ni la alternancia democrática con su implicación en las bochornosas protestas que han tenido lugar a las puertas del Legislativo autonómico, donde paniaguados energúmenos de la peor ralea han tratado de cerrar el paso a los representantes de PP, Ciudadanos y VOX, a los que han dirigido toda clase de insultos y descalificaciones.

El hecho de que el PSOE haya mandado autobuses a asediar el Parlamento andaluz y de que la fracasada Susana Díaz haya respaldado esas protestas –con la deplorable excusa de que debería gobernar el partido más votado y de que VOX es una amenaza para la democracia– deja en ominosa evidencia tanto el rancio caciquismo del partido de la megacorrupción y el latrocinio a gran escala como la ínfima catadura de una lideresa con unas carencias formativas y cívicas tan grandes como su absurdo ego, y que repudia la alternancia democrática y la voluntad del votante andaluz expresada en las urnas. Por mucho que los socialistas del PSOE y los comunistas de Podemos, ambos palmariamente antisistema, y las organizaciones feministas a las que han cebado a costa del expoliado contribuyente, propaguen a la manera goebbelsiana indecentes calumnias contra VOX, como las que lo presentan como partido machista cómplice de la violencia contra las mujeres, lo cierto es que esta formación, de impecable trayectoria democrática, es el único que se ha atrevido a criticar y pedir la derogación de la ineficaz, aberrante, injusta e inmoral Ley contra la Violencia de Género, que no protege a las mujeres y sí convierte al varón en un ciudadano de segunda. "Yo ya protegía a las mujeres maltratadas cuando Susana Díaz repetía cursos de Derecho", ha dicho muy acertadamente en Es la Tarde de Dieter el cabeza de lista de VOX en las autonómicas andaluzas, el juez Francisco Serrano, para poner en su sitio a la aun más resentida que populista Díaz.

Por otra parte, habrá que recordar a la fracasada Díaz que el PSOE, con el apoyo de los comunistas, impidió que gobernara el partido más votado en Andalucía en 2012, cuando el PP de Javier Arenas quedó a tan solo cinco escaños de la mayoría absoluta. Y para qué hablar de que el propio PSOE, con los peores resultados de su historia, gobierna en España tras desbancar a un PP que en las últimas generales le aventajó en 2,5 millones de votos y medio centenar de escaños, gracias al apoyo de proetarras, comunistas y golpistas catalanes.

La implicación del partido que detenta el Gobierno de la Nación en el cerco al Parlamento andaluz y en la virulenta campaña de odio a VOX es de una gravedad extrema, pues la formación de Santiago Abascal y José Antonio Ortega Lara está siendo objeto de tantos y tan continuados ataques que ha debido solicitar protección policial al Ministerio del Interior. Los comunistas de Podemos ignoran, cuando no justifican, esa violencia. Los socialistas de Sánchez y Díaz han demostrado no ser mejores y carecer de la menor autoridad para dar a nadie lecciones, menos aún a un partido como VOX, tan comprometido con el orden constitucional que anda afanado en que los golpistas catalanes paguen sus muy graves delitos con largas penas de cárcel. El PSOE, en cambio, anda lamiéndoles las botas y regalándoles dinero de todos los españoles.

Ni los asedios antidemocráticos ni el acoso criminógeno a formaciones de impecable trayectoria van a impedir que se produzca el cambio en Andalucía; cambio que indefectiblemente ha de pasar por levantar las alfombras y acabar con la corrupción y el clientelismo en forma de Administración paralela que ha devastado una región que no quiere seguir siendo un miserable cortijo del Partido Socialista.

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