Si alguien tenía alguna esperanza en que los sindicatos fueran a ser un obstáculo en la estrategia socialista de tirar de chequera para reducir el impacto negativo de la crisis sobre las expectativas electorales del PSOE, la reunión que este miércoles ha mantenido Elena Salgado con los representantes de UGT y CCOO, se la debería hacer perder definitivamente.
Lejos de reconocer la necesidad de acometer una profunda reforma que flexibilice nuestro mercado laboral para acabar con los efectos negativos y disuasorios para la contratación que provoca su rigidez, los sindicatos han animado al Gobierno en su irresponsable huida hacia adelante a través de la subvención y del endeudamiento público. Así el plan de UGT y CCOO consiste simplemente en que los ciudadanos paguen con sus impuestos, presentes y futuros, un "salario anticrisis" a los parados que han agotado su cobertura por desempleo, al tiempo que el Estado impulse el sector de la construcción a través de la obra pública y la vivienda subvencionada.
Lejos de ser una solución a una crisis que el propio Gobierno de Zapatero, por boca de su vicepresidenta, no sabe "ni cuándo ni cómo se va a salir de ella", esta propuesta sindical es un disparate que todavía hace más escandaloso el clamoroso silencio y la complicidad que los sindicatos han venido manteniendo con quienes gobiernan la nación que más desempleo ha generado en Europa. Una política auténticamente social debería ir encaminada a crear puestos de trabajo, y no a subvencionar el desempleo con una insostenible política de gasto publico que todavía hace peligrar más nuestra solvencia internacional y nuestros recursos internos para encarar la recuperación. Más aún si el mismo día en que los sindicatos sellan su "pax social" con la nueva ministra, alguien tan poco sospechoso de hostilidad hacia el Gobierno socialista como el gobernador del Banco de España ha advertido nuevamente de la necesidad de emprender reformas estructurales y de recotar el gasto público si no se quiere poner en peligro las pensiones.
Con todo, aún más perplejidad nos causa que un pais que tiene una excedente de más de 1,5 millones de viviendas invendidas y en el que el sector de la construcción todavía debe purgar los excesos cometidos por culpa de la política de dinero barato de nuestras autoridades monetarias, vengan ahora los sindicatos a pedir que se construyan más casas (por supuesto, a cargo del contribuyente). El necesario reajuste de ese sector ya va a ser de por sí complicado y lento como para que venga el Ejecutivo a trastocar y obstaculizar el proceso con un aumento de las mal llamadas viviendas "protegidas". Si hay un stock de inmuebles al que resulta difícil darle salida, la solución de la izquierda parece ser aumentar todavía más ese stock.
En cualquier caso, queda en evidencia que los sindicatos, lejos de convertirse en una fuente de crítica a un Gobierno que reconoce no saber cómo salir de la crisis, van a seguir siendo su más condescendiente y subvencionada comparsa. Desde aquí, y aprovechando la cercanía de fechas, les animamos a celebrar el 1 de Mayo como el "Dia del desempleo". Eso sí, subvencionado.