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EDITORIAL

La tragedia del paro

El intenso intervencionismo en la materia, el socialismo económico imperante en numerosas regiones y el ineficiente modelo autonómico explican, en gran medida, la tragedia del paro español.

España sigue sufriendo la lacra del desempleo con una intensidad y dureza insólita en el mundo desarrollado e incluso en nuestra propia historia reciente. La tasa de paro superó el umbral del 25% en el tercer trimestre del año, según refleja la Encuesta de Población Activa (EPA) publicada este viernes por el Instituto Nacional de Estadística. Se trata de un nuevo récord histórico, tanto en términos relativos (25%) como absolutos (casi 5,8 millones de desempleados).

Desde que comenzó la crisis, a mediados de 2007, la tasa de desempleo se ha multiplicado por más de tres, y el volumen de personas que no encuentra trabajo se ha disparado en casi cuatro millones en poco más de cinco años. Las causas de esta tragedia radican en el mantenimiento de una rígida y obsoleta regulación laboral que sitúa a España como uno de los países con menor libertad en materia de empleo de todo el mundo. Estas graves deficiencias han sido corregidas en parte gracias a la reciente reforma laboral, aprobada por el Gobierno del PP, que, si bien no es tan ambiciosa como sería deseable, bien es cierto que supone un importante paso adelante.

De hecho, uno de los datos positivos de esta última EPA es la confirmación de que la destrucción de empleo en el sector privado se está atenuando en comparación con los años previos. El crecimiento del paro en los últimos meses responde, por el contrario, a la necesaria reducción de personal público que están acometiendo las distintas Administraciones, tras años de irresponsable gestión en plena crisis. El tercer trimestre cerró con una destrucción de 96.000 puestos de trabajo en comparación con los tres meses previos; de ellos, 49.400 se registraron en el sector público. Pese a ello, seguimos teniendo casi 60.000 empleados públicos más que en el tercer trimestre de 2007.

Lo más alarmante es la fractura laboral que sufrimos, y que divide el país en dos zonas claramente diferenciadas. Las regiones del sur superan ya ampliamente el 30% de desempleo, mientras que las del norte, dentro de la gravedad de los datos, mantienen tasas mucho más reducidas. Merece señalarse el caso de Madrid, una de las autonomías con menos paro: las medidas liberales aplicadas por su Gobierno se están demostrando eficaces a la hora de combatir la crisis, tal y como prueban las cifras, especialmente cuando se las compara con las que arrojan territorios que padecen las trasnochadas y contraproducentes políticas socialistas.

Por otro lado, vuelve a constatarse que el modelo autonómico no está teniendo éxito en uno de sus principales objetivos: estrechar las históricas diferencias económicas entre el norte y el sur del país.

El intenso intervencionismo en la materia, el socialismo económico imperante en numerosas regiones y el ineficiente modelo autonómico explican, en gran medida, la tragedia del paro español.

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