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EDITORIAL

La UE prepara el rescate de Portugal... y de España

A pesar del éxito que se atribuye el primer ministro portugués, la colocación de la deuda lusa de este miércoles no prueba que Portugal no necesite un rescate sino que los mercados ya lo dan por descontado.

Cuentan de un banquero que, al enterarse de que el joven al que pensaba denegar un crédito era hijo de un padre multimillonario, se lo concedió transmitiéndole su plena confianza de que sería capaz de devolverlo. El hijo, todo orgulloso, se dirigió a su progenitor y le dijo: "¿Ves padre cómo no necesito que me ayudes y cómo puedo financiarme por mí mismo?".

Pues bien, algo parecido a ese falso optimismo e infundado orgullo lo constituye la reacción del primer ministro de Portugal (y la de no pocos medios de comunicación) ante el éxito del Tesoro luso a la hora de colocar en el mercado 1.250 millones de euros en bonos a cuatro y diez años (estos segundos, con una rentabilidad del 6,71%, unas décimas inferior al interés de la última emisión de deuda pública lusa, en noviembre del año pasado). José Sócrates ha valorado el resultado de la subasta como "la recompensa a las medidas de consolidación presupuestaria" implementadas por su Ejecutivo y como prueba de que los portugueses "son capaces de resolver sus problemas solos".

A pesar de lo que se atribuya Sócrates, la colocación de la deuda lusa no prueba que Portugal no necesite un rescate sino que los mercados ya lo dan por descontado. A la multitud de analistas que lo dan por inevitable –entre los que se encuentra la propia administradora del Banco de Portugal– se suma el hecho de que la edición alemana del Financial Times de este miércoles filtraba que la Comisión Europea ya está ultimando un fondo de 100.000 millones de euros para rescatar a nuestro país vecino. Eso, por no hablar de que buena parte del "éxito" de la subasta se debe también al hecho de que el BCE, y no los mercados, había comprado desde el pasado lunes entre 1.000 y 1.500 millones de euros en bonos, en su mayor parte portugueses. Y es que el problema de Portugal, al igual que le sucede a España, no es sólo el grado de reducción del déficit público, sino sobre todo la falta de expectativas de crecimiento. En este sentido, el Banco de Portugal ha tenido que revisar a la baja el crecimiento de la economía para este año, previendo una contracción de un 1,3% del PIB frente al crecimiento nulo previsto en otoño del año pasado.

De hecho, la UE no sólo se prepara para el rescate de Portugal sino también el de la propia España, tal y como se desprende de lo publicado por el ministro europeo de Economía Olli Rehn, quien en clara referencia a nuestro país ha manifestado que "la capacidad de préstamo del Fondo de Estabilidad Financiara debe ser reforzada y hay que ampliar el alcance de su actividad".

Señalar las diferencias entre países no va ahuyentar por sí mismas la necesidad del socorro europeo. El caso de Portugal no es, evidentemente, el mismo que el de Irlanda, pero tampoco este era el mismo que el de Grecia. Estos países tienen efectivamente problemas diferentes pero no por ello han dejado de necesitar ayuda exterior para evitar la suspensión de pagos. En el caso de Portugal y España hay además muchas más semejanzas: ambos países han experimentado un enorme aumento del peso del Estado y mantienen una economía en una situación de letargo, por mucho que no lo reconozcan las fantásticas expectativas de crecimiento de Zapatero para el año que viene. Es cierto que el peso del endeudamiento sobre el PIB es sensiblemente mayor en el caso portugués, pero no es menos cierto que el país vecino tiene una tasa de paro que es la mitad de la nuestra.

Por todo ello, que a nadie llame a engaño ni el "éxito" de la colocación de la deuda portuguesa ni el espectacular auge que ha experimentado la bolsa española. Atribuir ambas a una confianza de los inversores en nuestras propias posibilidades y en la de los portugueses para afrontar nuestros problemas es tan volátil e infundado como el orgullo que sintió el hijo del millonario al que el banquero le concedió el crédito.

En Libre Mercado

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