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EDITORIAL

La vileza de un PP que secunda a la izquierda chequista

Ciudadanos no ha salido a defender a su diputada con la contundencia debida y ha otorgado una resonante victoria a los liberticidas que la maltrataton.

Por desgracia, es frecuente que la izquierda española desarrolle campañas políticas basadas en la descalificación y el ataque personal, en intentar la muerte civil de todo aquel que discrepe de sus dogmas. En tales circunstancias no duda en mentir, manipular, difamar y, por supuesto, acusar a los demás de lo que ella hace o es.

Pero también el PP se embarca en este tipo de operaciones, y perpetra las mismas vilezas de que ha sido víctima en tantas ocasiones. Sirva como repugnante ejemplo la impresionante e impresentable campaña de descrédito que ha sufrido Marta Rivera de la Cruz a través de las redes sociales y de algunos medios de comunicación siempre atentos a las necesidades del poder.

Rivera de la Cruz, número tres de la lista de Ciudadanos por Madrid, se ha atrevido a cuestionar una de las normas más políticamente correctas de nuestra democracia, la Ley Contra la Violencia de Género, y lo ha hecho además con un argumento lleno de sentido común: "Es tan grave que un hijo vea cómo su padre mata a su madre que el que vea cómo su madre mata a su padre", ha afirmado.

La frase viene a señalar un elemento clave del asunto: lo sustancial en esos crímenes no es el sexo del asesino sino el crimen en sí y sus devastadores efectos en las familias que los sufren. Rápidamente ha caído sobre ella una catarata de improperios, a la que ha contribuido incluso Susana Camarero, la diputada popular que denunció los peores aspectos de la Ley de Violencia de Género antes de que ésta entrara en vigor.

La vileza del ataque a Rivera de la Cruz ha ido más allá y llegado incluso a descontextualizar uno de sus tuits para pretender que además menosprecia el Holocausto, cuando, precisamente, la escritora y periodista ahora metida a política siempre ha dado muestra de un elevado nivel de conocimiento y concienciación sobre la cuestión, incomparablemente superior al de buena parte de la turba que la ha acosado.

Es un estilo de hacer política inmoral y repugnante, que no duda en tirar mujeres muertas al rival –o personas que se han suicidado, o enfermos de hepatitis o ébola, todo vale– con tal de sacar un miserable puñado de votos. Es algo que hasta ahora los populares sufrían; pero parece que este PP de Rajoy es capaz de cualquier cosa con tal de mantener a la camarilla que lo domina en el poder.

Ciudadanos podría ser la auténtica amenaza para la izquierda chequista y la derecha vilmente oportunista. Ser odiado por unos y otros en la actual España es, sin duda, una de las mejores cartas de presentación que un partido puede ofrecer a los votantes que deseen que, por fin, la vida política transcurra por unos cauces en los que no tengan cabida ni el odio ni las actitudes cainitas.

Pero para ello necesitará tener un valor que, lamentablemente, no ha demostrado en el caso Rivera de la Cruz, pues ha dejado desamparada ante el acoso a su candidata, que, más lamentablemente aún, ha acabado reculando y otorgando así una ominosa victoria a la horda liberticida que la ha maltratado.

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