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EDITORIAL

Se abre una brecha en el régimen socialista andaluz

UGT y CCOO, esos apéndices políticos disfrazados de sindicatos, han sido las primeras víctimas de este intento del PSOE andaluz de forzar la máquina.

Mientras el foco informativo se mantiene en la Puerta del Sol, en Andalucía ha tenido lugar un suceso importante: UGT y CCOO, sindicatos oficiales del régimen en que vivimos, se han quedado sin representantes en las elecciones de delegados de los funcionarios de la Junta de Andalucía. La región gobernada por el PSOE desde hace treinta años es la culminación del proyecto que tienen los socialistas para España: una sociedad aborregada, empobrecida, caciquil y completamente sometida al sector público. Pero esta derrota muestra una grieta en el control casi perfecto que permitió a Chaves gobernar casi veinte años.

A primera vista, la razón es la ley que permite convertir en funcionarios con todos sus derechos al numerosísimo personal laboral contratado a dedo por la Junta a lo largo de los años. Se consideren o no razonables los privilegios con que cuentan los funcionarios en comparación con el resto de los trabajadores, lo que resulta inadmisible es que se extiendan a quienes no han demostrado más mérito que el de llevar bien agarrado el carnet del PSOE en la boca. Quienes más han protestado contra la medida han sido precisamente los mismos funcionarios, que han demostrado su indignación en las calles y, después, en las elecciones sindicales.

Ante ese asalto al funcionariado andaluz, UGT y CCOO han preferido apoyar a la Junta, como buenos representantes del régimen que han sido siempre. Los resultados de las elecciones sindicales de este jueves los colocan completamente fuera, cuando en España el principal y casi único lugar donde ejercen es precisamente el sector público.

El Gobierno de Griñán ha querido perpetuar el control socialista de la Junta de Andalucía aun en el caso de que pierdan alguna vez las elecciones, asegurándose de tener a los suyos ahí colocados hasta la jubilación. UGT y CCOO, esos apéndices políticos disfrazados de sindicatos, han sido las primeras víctimas de este intento de forzar la máquina. Pero que se haya abierto esta brecha en el sistema implantado por Chaves para garantizar que el PSOE se eternice en el poder no significa que se vaya a romper. Para eso hace falta que pierdan unas elecciones, y el ganador se esfuerce en desmontarlo. Y ambas cosas parecen aún algo lejanas.

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