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EDITORIAL

Las mentiras socialistas dejan la caja vacía

Que el PSOE ha tratado de engañarnos parece evidente a estas alturas; lo que ya no está tan claro, aunque las cifras así lo sugieren, es que se engañaran a sí mismos a la hora de elaborar los Presupuestos.

Las mentiras del PSOE en cuanto a la situación económica no tienen efectos únicamente políticos. Es evidente que la manipulación de los datos y la tergiversación de los hechos han ayudado a los socialistas a obtener más votos de los que habrían merecido en los diversos comicios electorales. Sin embargo, la historia no termina ahí. Las consecuencias de la mentira no se restringen a su permanencia en el poder, sino que tarde o temprano terminan mostrando su cara más amarga.

Los Presupuestos Generales de 2009, aprobados después de la quiebra de todo el sistema financiero estadounidense (momento que Zapatero suele utilizar para datar el punto de inflexión a partir del cual ya nadie podía dudar y negar la crisis), estaban basados en la absolutamente irreal previsión de que la economía española crecería durante ese ejercicio un 1%. Dicho de otra manera, se asumía optimistamente que los ingresos tributarios apenas caerían un 0,1% y que las necesidades de emitir deuda pública para atender desembolsos extraordinarios no superarían los dos puntos porcentuales.

Obviamente, las crisis económicas se caracterizan justo por lo contrario: la recaudación fiscal se desploma, los gastos, especialmente los más ligados a la coyuntura (como el subsidio de desempleo), tienden a dispararse y, por tanto, las necesidades de endeudamiento explotan. Si el Gobierno hubiese abandonado sus mentiras y hubiese reconocido que España decrecería cerca de un 5% como, siendo optismistas, sucederá este año, tendría que haber aprobado ingentes recortes presupuestarios para cuadrar sus cuentas. No lo hizo así; propagó a los cuatro vientos la falacia de que los presupuestos estaban basados en un análisis realista de la economía y descartó cualquier imprescindible medida de austeridad.

Claro que apenas tres meses después de que se presentara tan absurdo cuadro macroeconómico, Solbes tuvo que claudicar y admitir que el PIB caería en 2009 un 1,6%. Ahora, cinco meses después de esa segunda revisión, la nueva ministra de Economía, Elena Salgado, la misma que anunció los brotes verdes que tan bien se retrataron en un vídeo del Ministerio de Trabajo pocos días antes de las europeas, vuelve a reconocer que el futuro será peor de lo que se previó: el PIB español se contraerá un 3,6% este año (aunque la cifra real, con toda seguridad, será bastante peor).

La divergencia entre la cruda realidad de la crisis y las previsiones risueñas del Ejecutivo ha provocado una carestía de fondos en las arcas públicas, hasta el punto de que el Estado ya se está endeudando para atender gastos corrientes. ¿Y cómo es posible que nuestros gestores hayan errado tanto en el balance de la Administración Central? Pues simplemente por lo que ya hemos explicado: previsiones disparatadas sobre el crecimiento económico les llevaron a expectativas igualmente engañosas sobre la evolución de ingresos y gastos. Frente a la caída esperada de la recaudación de un 0,1%, hasta abril el IVA ya lo había hecho en un 33%, el IRPF en un 12% y Sociedades en un 28%. Y ante este hundimiento de los ingresos, ¿cómo se está comportando el gasto público? ¿Acaso, como sería deseable y de esperar en esta coyuntura, también se está reduciendo? No, aumenta en casi un 3%.

Que el PSOE ha tratado de engañarnos parece evidente a estas alturas; lo que ya no está tan claro, aunque las cifras así lo sugieren, es que se engañaran a sí mismos. En cualquier caso, no parecen dispuestos a rectificar: para 2010 afriman que la economía sólo decrecerá un 0,3% y para 2011 ya apuntan a una recuperación del 1,8%. Si ahora no hay dinero, espere a dentro de unos años.

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