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EDITORIAL

Las ruinas del PSOE

Ha sido el PSOE, jugando a la radicalidad, el que ha dado alas a la formación de Pablo Iglesias.

Poco ha tardado El País en sumarse a Felipe González en su intento de librar al candidato del PSOE, Pedro Sánchez, de los malos resultados que le auguran la totalidad de los sondeos electorales. Si el expresidente del Gobierno pedía el martes a sus compañeros "tranquilidad" pese a lo que digan las encuestas porque "no es lo mismo la opinión pública que la opinión publicada", el editorial del diario de Prisa aseguraba este miércoles que el aspirante del PSOE “se ha conducido por encima de lo esperado” y ha demostrado "altura política, profundidad de propuestas y un aplomo personal más acorde a lo que se espera de un candidato a jefe del Ejecutivo”. Mientras González atizaba a Podemos para defender a Sánchez, El País hacía lo propio contra el candidato de Ciudadanos, Albert Rivera, al que considera un "edificio a medio construir" cuyas "debilidades y nerviosismos" son, según el diario de Prisa, “poco compatibles con un pretendiente al principal puesto ejecutivo de la política española".

Quizá la réplica más oportuna que pueda darse a este desesperado intento de evitar el desastre al que parece dirigirse el PSOE es la que le ha dado, precisamente, el candidato de Ciudadanos al afirmar: "Entre Zapatero y Sánchez están dejando el edificio del PSOE en ruinas". Ciertamente, y como afirma Rivera, los socialistas son incapaces de tener un proyecto común, "porque tienen diecisiete". Pedro Sánchez perdió una oportunidad de oro para pasar página a la funesta etapa de Zapatero y liderar un proyecto auténticamente nacional, más centrado y menos maniqueo, en línea con los actuales partidos socialdemócratas europeos. En lugar de ello, Sánchez se ha conducido sin criterio, dando bandazos y aliándose con cualquiera, ya sean nacionalistas, como en Valencia y Baleares, ya sea con la trasnochada y radicalizada izquierda de Podemos, como sucede no sólo en el Ayuntamiento de Madrid

A este respecto, resulta surrealista ver a González pedir a los ciudadanos que no se fíen de Podemos, o al propio Sánchez tachando de "comunista" a Pablo Iglesias. Y lo es no porque los podemitas no sean, ciertamente, comunistas de los que nadie se debería fiar, sino porque ha sido precisamente el PSOE de Pedro Sánchez el que les ha brindado la oportunidad de gobernar en multitud de municipios a pesar de no haber sido la formación más votada. Ha sido el PSOE, jugando a la radicalidad, el que ha dado alas a la formación de Pablo Iglesias, principal destinataria de la fuga de votantes que está sufriendo el partido socialista.

El caso es que el PSOE parece, ciertamente, un edificio en ruinas, sólo apuntalado por las cotas de poder que todavía conserva. De ahí el peligro de que, menguadas estas, la mole se venga abajo.

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