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EDITORIAL

Lo importante son las elecciones, no los indignados

La jornada electoral promete ser apasionante tanto por la incertidumbre del resultado como por la trascendencia de lo que nos jugamos. Precisamente por eso conviene situar la acampada folckórico-contestataria de la Puerta del Sol en sus justos términos.

La astracanada contestataria liderada por grupos de extrema izquierda que se está viviendo en la Puerta del Sol no debe hacernos perder de vista la extraordinaria relevancia de la cita electoral de este domingo, una fecha en que puede cambiar gran parte del panorama político español como preludio de otro cambio más radical a un año vista.

Las elecciones de este 22 de mayo pueden determinar un cambio de color político en algunas autonomías y ayuntamientos que no han conocido la alternancia del poder en toda la historia de nuestra democracia. Se trata de una posibilidad cierta ante la que hoy deben pronunciarse los ciudadanos de sus respectivos territorios y eso es muy importante para un país que quiere consolidar sus instituciones democráticas.

Porque lo que ocurre con amplios territorios de España no es simplemente que una opción política ha gobernado con insistencia durante largos periodos, sino que, hablamos del socialismo, lo ha hecho partiendo de unas premisas que acaba transformándola necesariamente en un régimen ante el que no cabe la discrepancia.

Esto es lo que ocurre en comunidades autónomas como Castilla–La Mancha o Extremadura y, en menor medida, en Baleares o Asturias, cuatro regiones que podrían cambiar su signo con consecuencias de todo tipo dada la desvergonzada manera de hacer política de sus dirigentes, ya sea sobornando a los grupos de presión con dinero público ya vulnerando derechos fundamentales de la población que consideran desafecta. Por desgracia para sus ciudadanos, el epítome de la asfixia casi total de la sociedad civil por los socialistas, Andalucía, tendrá que esperar un año más para poder decidir al respecto.

La jornada electoral de hoy promete ser apasionante como pocas tanto por la incertidumbre del resultado final como por la trascendencia de lo que la sociedad española se juega en ella. Precisamente por eso conviene situar la acampada folckórico-contestataria de la Puerta del Sol y sus remedos en otras grandes ciudades en el lugar correcto en la escala de prelación de las cuestiones importantes que han de ventilarse en estos momentos y, sobre todo, en los próximos meses si el resultado de estas elecciones supone un vuelco en el panorama político autonómico.

Es una muy mala noticia que los principales partidos políticos afirmen haber tomado buena nota de las exigencias de los "indignados" de la Puerta del Sol. El totalitarismo que destilan gran parte de sus propuestas no sólo no ha de ser anotado, sino que debe ser combatido tanto en el terreno de la teoría como en el de la praxis si queremos seguir viviendo en libertad. Esperemos que las consecuencias de la cita electoral de este domingo aclaren las ideas a unos y a otros.

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