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EDITORIAL

López Obrador, indigno intoxicador

Como saben de sobra en Podemos, la insensatez, la desinformación y la falta del sentido de ridículo no son patrimonio exclusivo de su referente mexicano. Pero tampoco eso es culpa del Rey ni del Papa.

Aunque se apellide López Obrador; aunque hable en español; aunque profese la religión que los españoles propagaron en América y aunque tenga una noción de los derechos humanos que los mexicanos deben, ciertamente, a esa civilización cristiana que los españoles llevaron a esas tierras, ni España, ni su Rey ni el Papa son culpables de que los mexicanos tengan a un presidente tan estúpido como para demandar a Felipe VI y al obispo de Roma que "pidan perdón a los pueblos originarios de México por las violaciones a lo que ahora se conoce como derechos humanos". Al fin y al cabo, son los mexicanos, y no los españoles, los que han encumbrado a semejante mequetrefe, que, además de despreciar el inmenso legado dejado por los españoles en América –en el que se incluye la creación del propio Estado mexicano–, pretende ignorar que en su país los descendientes de aquellos conquistadores no son españoles sino, precisamente, mexicanos.

Lo que sí que es deseable es que desde España se responda como es debido a las infames palabras de un sujeto indigno del cargo que ostenta y que hace un uso tan esperpéntico de la oprobiosa Leyenda Negra antiespañola. Así lo han hecho académicos e historiadores como Ivan Vélez, Elvira Roca o Arturo Pérez Reverte; y tambien políticos como Pablo Casado, Adolfo Suárez Illana, Albert Rivera o Santiago Abascal.

Aun cuando no sea comparable la depredadora invasión francesa de España con la contribución al progreso material, cultural, civilizador y espiritual que los conquistadores españoles llevaron cabo en el actual México, y aunque las palabras de López Obrador –gran valedor americano del asesino Nicolás Maduro– merezcan algo más que un sucinto "el Rey no tiene que pedir perdón a ningún país", las declaraciones del ministro de Exteriores, Josep Borrell, y de la vicepresidenta, Carmen Calvo, son dignas de aplauso si se las compara con las de la podemosa Ione Belarra, que no sólo no ha dudado en lamer las botas al mandatario mexicano, sino que se ha despachado con esta estupefaciente promesa: "Si gobierna Podemos, habrá un proceso de recuperación de la memoria democrática y colonial que restaure a las víctimas".

Como saben de sobra en Podemos, la insensatez, la desinformación y la falta del sentido de ridículo no son patrimonio exclusivo de su referente mexicano. Pero tampoco eso es culpa del Rey ni del Papa.

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