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EDITORIAL

No a Zapatero

Confrontados con dos candidatos que ideológicamente no se diferenciaban en nada, los militantes madrileños han preferido a aquel que no venía avalado por Zapatero y el resto de la nueva guardia socialista: más que por Gómez, han votado contra Zapatero.

Tiene razón Zapatero en que tras las primarias del PSM "ha ganado el partido". Porque tanto Trinidad Jiménez como Tomás Gómez tienen las mismas ideas y los mismos modos que Zapatero: el populismo socialista cuya consistente aplicación está llevando a la ruina a España. En este sentido, ambos defienden inequívocamente el mismo programa: más despilfarro público, mayores impuestos a las clases medias, más endeudamiento para las generaciones venideras, más regulaciones, más complicidad con la aristocracia sindical y, en definitiva, menos libertades.

Un ideario político que en pocos sitios de España podrá observarse con más inquietud y distancia que en Madrid, la región donde justamente han triunfado las políticas de signo contrario a las propugnadas por Zapatero, Jiménez y, también, Gómez. El votante madrileño sigue teniendo tan pocos motivos para apoyar al PSM como los tenía antes de este domingo.

De puertas hacia adentro, sin embargo, el resultado de las primarias sí adquiere una mayor relevancia de la que previsiblemente tendrá para los comicios autonómicos. Trinidad Jiménez, ministra de Sanidad y candidata oficial de Zapatero, Blanco y todo el aparato del PSOE, ha perdido las primarias contra el ex alcalde de Parla. Confrontados con dos candidatos que ideológicamente no se diferenciaban en nada, los militantes madrileños han preferido a aquel que no venía avalado por Zapatero y el resto de la nueva guardia socialista: más que por Gómez, han votado contra Zapatero. Al fin y al cabo ya lo sentenció Rubalcaba: el único mérito del secretario general del PSM ha sido decirle ‘no’ a Zapatero, y sólo eso ya le ha bastado para erigirse vencedor.

No es algo que, por otro lado, debiera extrañarnos: incluso los periódicos más afines al PSOE señalan que un Rajoy sin prácticamente ejercer de oposición está sacándole 14 puntos de ventaja a Zapatero. Contar con su respaldo es un claro demérito, especialmente en la Comunidad de Madrid, donde además de su calamitosa gestión nacional se ha sufrido su particular inquina hacia la región.

Pero si empieza a ser indudable que Zapatero no cuenta ni con el apoyo de los militantes socialistas, ni con el de los ciudadanos madrileños, ni con el del conjunto de los españoles, ¿a qué espera para someterse a similar proceso de reválida al que forzó a someterse a Gómez? Porque lo realmente relevante de las primarias de ayer no fue el haber seleccionado qué cabeza de cartel defendería en Madrid la ideología del socialpopulismo zapateril, sino si el presidente del Gobierno seguía contando con algún ascendiente dentro de su partido. Y no, ni siquiera los suyos confían en él. Todavía falta mucho hasta 2012 como para que un político totalmente deslegitimado entre sus bases y entre la ciudadanía siga ocupando La Moncloa y arruinando a los españoles. Si Tomás Gómez y los militantes socialistas pueden gritar ‘no’ a Zapatero, con más motivo deberíamos de poder hacerlo todos los españoles.

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