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EDITORIAL

No es posible salvar RTVE… ni este PP

La cúpula casadista ha perdido el norte y, en su vergonzosa y total claudicación, está dispuesta a no dejar plaza sin rendir

Los políticos ya han vuelto a repartirse RTVE como quien se reparte un inmenso pastel, lo que en este caso no es sólo una imagen simbólica sino una realidad económica: el control del Ente garantiza poder entregar generosísimos contratos a amigos y afines. 

En mitad del festín, los defensores de los medios públicos se felicitan porque dos partidos que no han sido capaces de llegar a ningún pacto que mejorara la vida de los españoles durante la pandemia sí se hayan puesto de acuerdo a la hora de repartirse puestos, hoy en la televisión pública, mañana en otros órganos, incluidos algunos en los que ese reparto es un espectáculo obscenamente antidemocrático.

Como obsceno es pretender a estas alturas que RTVE –o cualquier otro medio de comunicación público– cumple unas funciones mágicas que no están al alcance de una radio o una televisión privadas. La verdad es que Radio Televisión Espantosa, como la bautizó en un lapsus genial la nefasta Rosa María Mateo, es un ejemplo insuperable de la utilidad real de estos enormes conglomerados: fabricar productos de puro entretenimiento de una calidad ínfima y cada vez menos capaces de atraer a la audiencia, ofrecer información groseramente manipulada para deleite del Gobierno y, por supuesto, regar de contratos y generosísimos sueldos a muchos que, de no ser por sus afinidades políticas o personales, no podrían competir en igualdad de condiciones con sus colegas o con las demás empresas.

Es cierto que probablemente jamás se ha alcanzado el grado de obscenidad de los últimos años de la nefasta Mateo, pero no lo es menos que en cuatro décadas de democracia no ha habido un solo Gobierno que, con mayor o menor fortuna, no haya usado RTVE como un apéndice de sus circuitos de propaganda. El Ente no ha cumplido jamás los requisitos de independencia y neutralidad que se le presuponen y que en teoría se le exigen. 

Y el pacto hecho público este jueves es la garantía de que seguirán sin cumplirse: consejeros cercanos al PSOE se sentarán codo con codo con otros que ya han demostrado su sectarismo atroz como profesionales de la propaganda en la propia RTVE y, para colmo, nada más y nada menos que con el director de Mundo Obrero y columnista del panfleto podemarra: inmejorable indicador de a qué grado de fervor partidista se asoma esta televisión que presume de ser "de todos" pero que es sólo de unos pocos.  

Por último, hay que subrayar que el papel del PSOE en este reparto es despreciable desde el punto de vista ético, pero al menos está fuera de toda duda lo ventajoso que resulta para el partido y los suyos. Por el contrario, es incomprensible que el PP siga aviniéndose a unos pactos de los que siempre sale escaldado y, además, incapacitado para ejercer una oposición fuerte sustentada en la propia decencia. Está claro que la cúpula casadista ha perdido el norte y, en su vergonzosa y total claudicación, está dispuesta a no dejar plaza sin rendir, como si eso fuese a granjearle el respeto de la izquierda mediática o de un PSOE que en realidad está jugando a acabar con ellos políticamente… y parece que ya casi lo ha conseguido.

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