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EDITORIAL

No más homenajes al terrorismo

Homenajear a los terroristas es homenajear sus crímenes, es decir, reírse de las víctimas y de toda España en un acto macabro sólo apto para fanáticos.

Una de las características que definen al entorno etarra es, aparte de su carácter minoritario, la perseverancia de sus líderes movilizando a las bases. Manifestaciones, marchas y todo tipo de tinglados propagandísticos concebidos para que nadie olvide que ellos siguen ahí. El verano es, por lo general, momento propicio para los aquelarres del nacionalismo vasco más montaraz, con especial predilección por las fiestas de Bilbao y San Sebastián, donde obtienen, además, una atención extraordinaria de los medios de comunicación.

Si bien la Ley prohíbe de un modo explícito la celebración de mítines y actos políticos a cualquier formación relacionada con la ETA, lo cierto es que la convocatoria de actos proetarras es muy frecuente en los pueblos y ciudades del País Vasco durante todo el verano. El Gobierno de Ibarretxe, lejos de intentar impedirlo, permite abiertamente que se lleven a cabo estos vergonzosos actos de enaltecimiento del terrorismo. Las razones por las cuales la consejería de Interior del Gobierno vasco se inhibe son un misterio, pues la Ley le asiste y ese Gobierno autonómico dispone de fuerzas de orden público propias que, a la vista está, no sirven de mucho para hacer cumplir esa parte de la legislación española que tanto disgusta al partido gobernante en el País Vasco.

Es por ello que a la sociedad sólo le queda la vía judicial para que evitar que los amigos de los terroristas organicen actos dedicados en exclusiva a hacer apología de los asesinos y de su causa. Grande Marlaska, un juez que sabe plantar cara al terror y lo ha demostrado a lo largo de su carrera, ha prohibido la celebración de un repugnante acto de homenaje a los terroristas presos que iba a celebrarse en Bilbao coincidiendo con la Semana Grande. Homenajear a los terroristas es homenajear sus crímenes, es decir, reírse de las víctimas y de toda España en un acto macabro sólo apto para fanáticos.

Prohibir ese homenaje era una cuestión de justicia elemental. Lo que no queda tan claro es por qué el mismo Marlaska permitió horas antes una marcha por las calles de la capital vizcaína en la que se corearon consignas proetarras y que, no tan casualmente, era un preludio del homenaje que pretendían ofrecer a los terroristas por la noche. Marlaska arguyó que, dado que la marcha se escudaba tras el lema por "derecho de reunión y manifestación" no podía prohibirlo. Error. La ETA y todo lo que le rodea domina el lenguaje a la perfección, pero eso no debe inducir a error a un juez de la Audiencia Nacional, a quien se supone de sobra bregado en la lidia con gente de esta ralea.

Si de verdad se quiere derrotar al terrorismo debe aplicarse la Ley estrictamente impidiendo que nada se cuele por las rendijas que las garantías propias de un Estado de Derecho siempre dejan a los maleantes. Detener, procesar y encarcelar a los criminales es sólo una de los cometidos necesarios para descabezar a la hidra etarra. El otro es aislar a los que, dentro de la sociedad civil, los apoyan y enaltecen. Marlaska debería saberlo y actuar en consecuencia.

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