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EDITORIAL

No renuncian a la violencia ni a la expropiación

El PSOE, lejos de contener sus pulsiones demagógicas, violentas y colectivistas, las está dando rienda suelta con la excusa de los desahucios.

La demagogia, la justificación de la violencia y el colectivismo son rasgos característicos de todo totalitarismo, muy especialmente del llamado socialismo real. El PSOE, lejos de contener esas pulsiones, está volviendo a darles rienda suelta, esta vez con ocasión de los desahucios de viviendas. Con la excepción de Felipe González, que lo ha hecho con la boca pequeña, no hay un solo dirigente socialista que haya condenado los acosos e intimidaciones que están sufriendo, un día sí y otro también, los políticos del PP y sus familiares por parte de esos terroristas callejeros que dicen oponerse a los desahucios. Además, la dirección nacional del PSOE, lejos de desmarcarse, acaba de respaldar al Gobierno socialcomunista que preside José Antonio Griñan en Andalucía por presentar un decreto que permitirá la expropiación "temporal" de los pisos de bancos e inmobiliarias en procesos de desahucio. 

La consejera andaluza de Vivienda, Elena Cortés –miembro del Comité Central del Partido Comunista andaluz–, es la misma que afirmó que participaría en escraches si no ostentara cargo público; la misma –por cierto– que ha aprobado desde mayo de 2012 más de un centenar de desahucios.

En cualquier caso, y al margen de la hipocresía del PSOE y de la llamada Plataforma Antideshacucios, que no elevaron protesta alguna contra los que se produjeron en tiempos de Zapatero, las expropiaciones que propone la Junta son un acto de demagogia y un atentado contra la propiedad privada que, lejos de remediar el problema, sumirían a España en la inseguridad jurídica y disuadirían la concesión de créditos hipotecarios, y hasta podrían dinamitar el mercado del alquiler.

Aunque, dada su radical inconstitucionalidad, no tenga visos de prosperar, el Gobierno no debe perder un minuto, para que no entre en vigor en Andalucía. Y, sobre todo, debe poner fin a la impunidad de la que gozan los que incitan y practican el acoso contra los miembros del Partido Popular. La solución no puede reducirse a poner cordones policiales en las viviendas de los políticos, sino que se ha de castigar este comportamiento delictivo, que nada tiene que ver con el derecho a la manifestación.

En cuanto al PSOE, no hace falta que su vicesecretaria General, Elena Valenciano, diga: "Si aquí no hay izquierda, que baje Dios y lo vea". Ciertamente, la hay, y de un tipo que no existe en el resto de Europa. Una izquierda que parece añorar a la que imperaba al otro lado del Muro de Berlín.

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