Menú
EDITORIAL

No todos se arrodillan ante el nacionalismo

La sociedad civil no parece afectada por la falta de responsabilidad de la que hace gala la clase política, y son muchas las iniciativas individuales al margen de los partidos que se oponen a los atropellos perpetrados por los nacionalistas.

Este verano los nacionalistas nos han ahorrado la bochornosa imagen de verles asaltando piscinas, aunque no han descansando en su estrategia de fondo que, como la lluvia fina, termina empapando todos los aspectos de la vida cotidiana haciendo del nacionalismo una ideología dominante a la que PSOE primero y PP después parecen haberse rendido sin plantar cara.

Las últimas acometidas de los grupos nacionalistas se han centrado en la exigencia de privilegios que crean desigualdades ante la ley y la persecución sistemática del idioma español en una escalada que desemboca en la reformulación de España como confederación de naciones soberanas alentada por un Gobierno que necesita su apoyo para gobernar contra media España.

Afortunadamente, la sociedad civil no parece afectada por la falta de responsabilidad de la que hace gala la clase política, y son muchas las iniciativas individuales al margen de los partidos que se oponen a los atropellos perpetrados por los nacionalistas.

Ejemplo de este abandono se encuentra en la petición de ayuda de Galicia Bilingüe para que los eurodiputados socialistas y populares hagan posible que las denuncias de esta asociación lleguen hasta el Parlamento europeo. Algo huele a podrido en España cuando hay que recurrir a instancias supranacionales para denunciar las ilegalidades que ocurren dentro de nuestras fronteras sin que se activen los mecanismos de defensa con los que cuenta nuestra Constitución para hacer efectivos los derechos de todos los españoles.

Lo cierto es que ni el PSOE que gobierna en muchas autonomías en coalición con nacionalistas, ni un PP que coquetea peligrosamente con los mal llamados nacionalistas moderados, parecen dispuestos a defender de forma abierta y sin tapujos a aquellos individuos que ven sus libertades cercenadas, entre ellas, la muy básica de poder expresarse en el idioma común de todos los españoles sin ser discriminados por las Comunidades Autónomas en las que existe otra lengua oficial además de la castellana.

Desde la izquierda, Rosa Díez, ha realizado un buen diagnóstico de la enfermedad que padece nuestro sistema de partidos señalando que "gane quien gane las elecciones siempre terminan mandando los nacionalistas". Dado que el PSOE ha renunciado deliberadamente a hacer frente a las políticas excluyentes de los nacionalistas, son los populares quienes tienen la obligación de ser consecuentes con su discurso y no traicionar a su electorado. De lo contrario, la posición de la solitaria diputada jamás tendrá la fuerza suficiente en el Parlamento para articular políticamente las demandas de aquellos individuos y grupos que invierten su esfuerzo con el objetivo de que se cumpla la ley.

En Sociedad

    0
    comentarios